Ciudad de México, 8 de diciembre del 2020.- Ayudar a los pequeños agricultores a enfrentar los efectos del cambio climático es crucial para combatir la pobreza, garantizar la seguridad alimentaria y preservar la biodiversidad que nos proporciona recursos vitales. El apoyo de instituciones financieras es clave para transitar hacia una agricultura más sostenible y resiliente”, dice Leo Heileman, director regional del PNUMA en América Latina y el Caribe.
América Latina y el Caribe es una de las regiones del mundo que produce menos emisiones de carbono y sin embargo es una de las más vulnerable a los eventos climáticos extremos. Esto es especialmente cierto en el llamado Corredor Seco de Centroamérica, una franja que incluye partes de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá.
En esta zona, donde más de 2 millones de personas dependen de la agricultura de subsistencia, las temperaturas podrían subir hasta los 7°C a fines de siglo según algunas proyecciones, lo cual alteraría drásticamente los patrones climáticos.
Desde 2012, MEbA ha prestado asistencia técnica a instituciones financieras para el desembolso de más de US$ 29 millones destinados a pequeños productores de Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Perú y República Dominicana.
El proyecto ha facilitado que estas instituciones financien más de 30 medidas de adaptación, como la apicultura o la silvicultura. Tal es el caso de dos nuevos productos crediticios de Fundecooperación que promueven la agricultura y la ganadería climáticamente inteligentes.