• 4 de mayo de 2024 19:19

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Cuarenta años conviviendo con el sida/VIH, el estigma y la discriminación

CDMX, 8 de Diciembre del 2021.- En España se siguen registrando una media de 3.500 nuevos casos anuales, de los cuales, un 13 % ni siquiera saben que están infectados de VIH y por lo tanto no están tratados y “aquí radica uno de los principales problemas”,  junto al hecho de que más del 44 % son diagnosticados de forma tardía,  por ello resulta necesario incidir en la mejora de las estrategias de información, prevención y diagnóstico precoz, explica la doctora Luz Martín-Carbonero, del Hospital La Paz de Madrid.

De los objetivos marcados por ONUSIDA para 2020 y centrados en el conocido 90-90-90, es decir que el 90 % de las personas que viven con el VIH lo sepan, que el  90 % de los que sí están diagnosticados reciban terapia antirretrovírica continuada y que el 90 % de las personas que reciben esta terapia ya no tengan carga vírica, España ha logrado cumplir los dos últimos, pero no el primero.

Y aunque la nueva generación de medicamentos ha convertido esta dolencia que fue mortal en una enfermedad crónica, para la  la vacuna no se vislumbra un futuro cercano.

Esto es debido a que el virus VIH cambia miles de veces cada día en un mismo paciente.

Estas mutaciones son el principal obstáculo para lograr un antídoto definitivo, que acabe con el profundo impacto en la calidad de vida de las personas que tienen el virus y que borre para siempre el  injusto estigma social que siguen sufriendo los infectados por este virus, máxime teniendo en cuenta que en España las personas con VIH serán mayores de 50 años en la próxima década.

En este terreno, el del estigma, “estamos peor que hace 10 años” reconoce la citada doctora, que además es miembro de la Junta directiva de GeSIDA, uno de los grupos de estudio de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

Sida: plantarle cara el estigma

Y quien mejor para hablar de estigma que María Soledad Urbina, 56 años y graduada en enfermería contrajo el sida en los “años de plomo”  de esta epidemia a causa de su etapa de drogadicción.

Hoy como la mayoría de los infectados por VIH que están diagnosticados y tratados  tiene una carga viral indetectable y por lo tanto no transmisible, y a pesar de ello siguen sufriendo exclusión  y cargan con un peso indebido que les lleva a esconder su condición o no dar sus nombres completos si son entrevistados.

Pero este no es el caso de Soledad, ella ya no tiene miedo, y eso que conocidos y allegados le siguen aconsejando que no no diga que tiene el virus de inmunodeficiencia humano.

“Y por qué no lo voy a decir, mi carga viral es negativa  y ya no contagio a nadie”, responde.

Nacida en el seno de una familia de médicos, Soledad relata como en su propia casa fue víctima del estigma en los comienzos de su enfermedad. Su madre incluso limpiaba con lejía el cuarto de baño cada vez que ella lo usaba.

No la culpa, corrían los años 80/90 y apenas se sabía nada de esta enfermedad, cundía el pánico por las miles de muertes (unos 5.000 al año en España)  y “había mucho rechazo”.

Pero ahora, incide, el estigma no tiene ningún sentido.

Soledad ha trabajado durante 20 años en programas de prevención e información para colegios y cárceles, donde acudían a dar su testimonio personal y hablar sin tapujos de esta enfermedad que les ha negado muchos derechos laborales y sociales.

Hoy echa de menos aquellos años de lucha contra la discriminación y no se olvida de todos los amigos que perdió por el camino y vuelve a hacer  hincapié en lo necesario que es que toda la sociedad de la batalla en combatir la exclusión y devolver la dignidad a los portadores de VIH.

Sida: momento crítico

Precisamente la nueva estrategia lanzada por ONUSIDA se basa en los derechos humanos, la igualdad de género y la dignidad, libre de estigma y discriminación para todas las personas que viven y están afectadas por el VIH.

A nivel global y en opinión de la directora ejecutiva de ONUSIDAWinnie Byanyima, nos encontramos “en un momento crítico en nuestro esfuerzo histórico por acabar con el sida”,

A su juicio, al igual que el VIH antes, la COVID-19 ha demostrado que la desigualdad mata y la  COVID-19 “ha ampliado las desigualdades existentes que bloquean el progreso para acabar con el sida”.

Esta organización se propone por ello maximizar el acceso equitativo e igualitario a los servicios integrales de VIH centrados en las personas;  derribar las barreras legales y sociales para lograr resultados; y  dotar de recursos y sostener plenamente las respuestas a este virus e integrarlas en los sistemas de salud, protección social y entornos humanitarios.

De acuerdo con ONUSIDA si se alcanzan los objetivos y compromisos de esta estrategia, el número de personas que contraen el VIH por primera vez disminuirá de 1,7 millones en 2019 a menos de 370.000 en 2025, y el número de personas que mueren por enfermedades relacionadas con el sida disminuirá de 690.000 en 2019 a menos de 250.000 en 2025.

Sida: enfrentar las desigualdades

El informe Confronting inequalities (enfrentar las desigualdades), muestra que en 2020 los 1,5 millones de nuevas infecciones por el VIH se produjeron principalmente entre los grupos de población clave y sus parejas sexuales.

Las personas que se inyectan drogas, las mujeres transgénero, los trabajadores sexuales, los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, así como las parejas sexuales de estas poblaciones representaron el 65 % de las infecciones por el VIH en todo el mundo en el año 2020.

Las pruebas y el tratamiento del VIH han aumentado enormemente en los últimos 20 años. 27,4 millones de los 37,7 millones de personas que vivían con el VIH ya estaban en tratamiento en 2020.

Sin embargo, las brechas en la prestación de servicios son mucho mayores para los niños que para los adultos.

En 2020, unos 800.000 niños de entre 0 y 14 años que vivían con el VIH no recibían tratamiento.. La cobertura del tratamiento fue del 74 % para adultos, pero solo del 54 % para niños.

A muchos niños no se les realizaron las pruebas del VIH al nacer y a día de hoy desconocen su estado serológico, lo que hace que sea un gran reto encontrarlos y brindarles los cuidados adecuados.

Confronting inequalities también pone de manifiesto que las mujeres y las niñas en el África subsahariana siguen teniendo un mayor riesgo de infección por el VIH: la desigualdad de género y la violencia de género son la causa principal de ese riesgo.

Las desigualdades de género y la violencia de género privan a mujeres y niñas de sus derechos humanos fundamentales, incluido el derecho a la educación, la salud y las oportunidades económicas. Esto aumenta su riesgo de infección por el VIH y bloquea el acceso a los servicios.

La pobreza y la falta de escolaridad también impiden el acceso a los servicios para la salud y el VIH.

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