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Kenia López Rabadán llama a blindar la democracia: “Veamos a Venezuela y aprendamos”

Por Bruno Cortés

 

La presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Kenia López Rabadán, aprovechó el cierre del año legislativo para mandar un mensaje directo y sin rodeos: defender la democracia no es un discurso bonito, es una necesidad elemental. Y lo hizo al reconocer el premio Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado, la política venezolana que ha sido símbolo —y también víctima— de la fragilidad democrática en su país.

Para López Rabadán, el reconocimiento a Machado no sólo es un premio internacional, sino un recordatorio de lo que pasa cuando las instituciones dejan de ser ese contrapeso que cuida la vida pública. En palabras sencillas, dijo que México debe poner atención a lo que ocurrió en Venezuela para no repetir ese camino. Lo planteó como una lección urgente: si no se cuida la democracia, nadie la cuida por nosotros.

Al hablar de Machado, la diputada fue clara en su admiración. La describió como una mujer valiente, inteligente y resiliente, que ha dado la pelea por sus convicciones incluso cuando el contexto no se lo facilita. Y cuando fue cuestionada sobre el presunto apoyo para que pudiera llegar a Oslo a recibir el Nobel, López Rabadán no entró en polémicas: simplemente afirmó que quien haya contribuido a eso “es un gran ser humano” porque ayudar a fortalecer la democracia siempre suma.

En pleno balance legislativo, también aprovechó para sacar la libreta y repasar lo que se trabajó en la Cámara durante el primer periodo del segundo año: 44 sesiones al hilo, casi 200 horas discutiendo temas, más de mil iniciativas presentadas, 358 puntos de acuerdo y 55 decretos aprobados, entre ellos nuevas leyes y reformas constitucionales. Dicho de manera simple: el Congreso estuvo en friega.

Destacó que hubo sesiones de maratón, de esas que empiezan con luz de día y terminan en la madrugada siguiente, y aprovechó para agradecer a los reporteros que siguen ese ritmo sin despegarse de la chamba. En un tono más coloquial, reconoció que sin ellos nadie se enteraría de qué se aprueba, qué se atora y qué se negocia.

Para López Rabadán, el periodo fue productivo y deja claro que, más allá de diferencias políticas, el Congreso sigue funcionando como un espacio donde se construyen reglas para la vida pública. Y lo enlazó con su mensaje principal: las instituciones democráticas valen cuando funcionan, pero para que funcionen hay que defenderlas todos los días.

Su advertencia quedó puesta en la mesa: mirar lo que pasó en Venezuela no es un regaño ni un miedo inventado, sino una señal de alerta para entender que la democracia no se pierde de un día para otro; se erosiona poquito a poquito, hasta que cuando volteas ya no está.

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