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Trump vincula el paracetamol con el autismo, pese a que no hay evidencia científica

El presidente de EE. UU., Donald Trump, junto con el secretario de Salud Robert F. Kennedy Jr., desató ayer una gran controversia tras afirmar que usar paracetamol (Tylenol) durante el embarazo podría estar ligado a un mayor riesgo de autismo. Al mismo tiempo, anunciaron que la Administración aprobó la leucovorina como tratamiento para ciertos síntomas asociados al autismo. Pero lo que se dice fuerte en la Casa Blanca genera muchas dudas entre los científicos. Acá te va lo más importante y lo que se sabe hasta ahora.

La Administración informó que cambiará la etiqueta de los medicamentos que contienen acetaminofén para alertar sobre la posibilidad de asociación con problemas neurológicos como el autismo o el TDAH cuando se usa durante el embarazo. También emitieron una carta para médicos alertándolos de esta evidencia.

En paralelo, la FDA dio luz verde para que leucovorina (también conocida como ácido folínico), medicamento usado antes contra anemia y algunos tratamientos de cáncer, se use en pacientes con deficiencia cerebral de folato (“cerebral folate deficiency”, CFD), una condición neurológica que puede presentar síntomas similares al autismo, como alteraciones en el habla, comunicación social, comportamiento repetitivo o sensibilidad sensorial.

Una de las bases para la advertencia del paracetamol es un estudio reciente liderado por la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, que revisó 46 estudios con más de 100 mil participantes. Señalan que los estudios de mayor calidad tienden a mostrar asociaciones entre el uso prenatal frecuente de acetaminofén y riesgo de autismo o TDAH. Pero remarcamos una cosa clave: asociación ≠ causalidad.

Justamente, otro estudio grande en Suecia, que incluyó casi 2,5 millones de niños, comparó hermanos donde solo uno estuvo expuesto al paracetamol prenatalmente, y ese análisis no encontró evidencia de que el fármaco causara autismo, TDAH o discapacidad intelectual. Esa metodología de hermanos ayuda a eliminar variables genéticas y de ambiente compartido.

Expertos en salud pública advierten también que mensajes como “no lo tome” pueden generar confusión peligrosa: si una mujer embarazada tiene fiebre alta o dolor intenso, evitarlos sin alternativa puede ser peor. Algunos grupos de investigadores han dicho que los datos citados por la Administración no justifican aún cambios radicales en las recomendaciones, y que hacer generalizaciones podría estigmatizar a quienes usan acetaminofén por necesidad.

Sobre leucovorina, aunque el uso en personas con CFD tiene respaldo y parece prometedor en algunos casos, los beneficios reportados hasta ahora son modestos, los estudios son pequeños, y no se considera un tratamiento universal para el espectro autista.

En resumen: la FDA está actuando bajo el principio de precaución, reconociendo posibles riesgos y abriendo nuevas líneas de tratamiento, pero la comunidad médica pide calma, más estudios y claridad. Hasta ahora no hay evidencia concluyente de que el paracetamol provoque autismo, y nadie sostiene que la leucovorina sea una cura para este trastorno. Lo que sí parece claro es que la conversación sobre autismo, medicamentos en embarazo y tratamientos va a subir de intensidad, tanto en los pasillos científicos como en redes.

 

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