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Trump responsabiliza a México y Colombia por flujo de drogas

Por Juan Pablo Ojeda

 

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó una advertencia pública: aunque su administración afirma haber logrado avances en la lucha contra el tráfico de drogas, reconoce que “aún tenemos un problema” con México y Colombia. Durante una entrevista a bordo del Air Force One, Trump señaló que, pese al esfuerzo de su gobierno, los resultados no han sido del todo favorables por parte de ambos países.

Trump insistió en que han trabajado “muy bien” para frenar el ingreso de estupefacientes, aunque lamentó que México y Colombia no hayan respondido con la contundencia esperada. Entre sus críticas más duras está la acusación de que ciertos cárteles en México tienen “alianzas” con el gobierno local, una afirmación que ha repetido en los últimos meses. Según él, esa complicidad pone en riesgo no solo la seguridad nacional de Estados Unidos, sino también la salud pública.

Desde el inicio de su mandato, Trump ha presionado a México para intensificar su lucha contra los cárteles. Esta presión se ha visto reflejada en medidas diplomáticas y hasta económicas: Washington ha impuesto aranceles a productos mexicanos para apurar la acción de las autoridades mexicanas en materia de seguridad.

En paralelo, el secretario de Estado, Marco Rubio, salió a poner límites a las acusaciones más extremas: afirmó que la administración de Trump no enviará tropas a México para combatir el narcotráfico, y que cualquier apoyo adicional dependerá de que el gobierno mexicano lo solicite expresamente. Rubio planteó que Estados Unidos puede ofrecer equipo, entrenamiento e inteligencia, pero descartó una intervención militar directa.

Rubio también hizo hincapié en un punto preocupante: dijo que los cárteles del crimen organizado han crecido tanto que, en algunos aspectos, podrían tener más inteligencia y capacidad operativa que algunos Estados. Esa afirmación resalta la magnitud del desafío regional y sugiere que no se trata solo de un problema bilateral, sino de un fenómeno transnacional complicado de desarticular mediante acciones puntuales o unilaterales.

Lo que queda claro es que la relación México-Estados Unidos en materia de seguridad vuelve a tensarse. Trump coloca la pelota en el tejado mexicano, mientras que Washington ofrece asistencia, pero bajo condiciones estrictas. El mensaje es doble: México debe actuar más duro contra los cárteles, pero Estados Unidos no intranquilará la soberanía mexicana con tropas. La pregunta que queda en el aire es si esa presión bastará para generar cambios reales en el combate al tráfico de drogas.

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