Por Juan Pablo Ojeda
En Washington soplan vientos de tensión y no solo por la política interna. Este lunes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, analizará con su círculo más cercano los próximos pasos hacia Venezuela, justo en medio del despliegue militar más grande de su administración en el Caribe y tras confirmar —aunque sin detallar— una llamada reciente con Nicolás Maduro.
La reunión se llevará a cabo en el Despacho Oval y, según reportes de CNN citando a funcionarios bajo anonimato, contará con las figuras más influyentes de su gabinete: Marco Rubio, secretario de Estado; Pete Hegseth, secretario de Guerra; y el jefe del Estado Mayor Conjunto, Dan Caine. El encuentro ocurre en un contexto donde cada gesto desde Washington repercute de inmediato en la región.
Trump elevó la tensión el fin de semana al advertir a pilotos y aerolíneas que consideren “cerrado” el espacio aéreo venezolano y sus alrededores. No aclaró si esta declaración apunta a una acción militar inminente, pero sí se enmarca en la ofensiva antidrogas de Estados Unidos en el Caribe y el Pacífico, campaña que ya suma ataques contra unas 20 embarcaciones que Washington vincula al narcotráfico, con más de 80 tripulantes fallecidos.
A pesar de la presión, Trump reconoció haber sostenido una llamada con Maduro la semana pasada. Distintos reportes señalan que ambos exploraron la posibilidad de una reunión en Estados Unidos, aunque finalmente no se concretó ningún acuerdo.
El momento no podría ser más delicado: mientras Trump busca definir el rumbo de su estrategia, en el Congreso estadounidense crece el escrutinio sobre la legalidad de los ataques militares en aguas internacionales. Comisiones bipartidistas ya investigan si el secretario de Guerra, Pete Hegseth, ordenó un segundo ataque letal contra sobrevivientes de una lancha venezolana, lo que podría constituir un crimen de guerra, de acuerdo con revelaciones del Washington Post. Hegseth lo ha negado tajantemente y Trump lo ha defendido de manera pública.
Este lunes, en el corazón del poder estadounidense, se decidirá si la Casa Blanca mantiene el tono actual, lo endurece o abre una ventana diplomática. Por ahora, el tablero internacional sigue en alerta.
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