Por Juan Pablo Ojeda
En una sorpresiva declaración desde Escocia, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que reducirá drásticamente el plazo otorgado al mandatario ruso Vladímir Putin para alcanzar un acuerdo de alto al fuego en Ucrania. El periodo, originalmente fijado en 50 días, se acorta ahora a apenas 10 o 12 días, debido a la falta de avances y los recientes ataques rusos sobre ciudades ucranianas.
Trump, quien se encuentra en su campo de golf en Turnberry, sostuvo un encuentro con el primer ministro británico Keir Starmer. Durante su comparecencia con la prensa, dejó claro que está decepcionado con la actitud de Putin, especialmente tras “cuatro o cinco” conversaciones que no detuvieron la violencia en la región. “Después de hablar, vuelve a lanzar cohetes y deja cuerpos en las calles. Es inaceptable”, lamentó.
El mandatario estadounidense justificó el endurecimiento de su postura afirmando que “no hay razón para seguir esperando”, y reiteró que, aunque no desea afectar al pueblo ruso —por el que dijo sentir aprecio—, su paciencia se agota.
Este giro en el tono de Trump pone presión sobre el Kremlin, especialmente en momentos en que las negociaciones diplomáticas entre Rusia y Ucrania retomadas en Estambul aún no rinden frutos concretos.
Por su parte, Andriy Yermak, jefe de la oficina presidencial ucraniana, agradeció el gesto de Trump, al que calificó como un “mensaje claro de paz a través de la fuerza”. Recordó que “Putin solo respeta el poder” y celebró que Estados Unidos esté marcando límites firmes.
Trump también mencionó que, de haberse evitado la guerra, Rusia “podría ser hoy un país muy rico”, pero eligió invertir en destrucción. Aunque no detalló cuáles serían las consecuencias si Putin no cumple con el nuevo plazo, se espera que incluya sanciones económicas severas y medidas comerciales adicionales.
Esta nueva estrategia de Washington refleja una apuesta por una diplomacia de presión acelerada, al considerar que cualquier posibilidad de paz ya está “en la fase final” y que seguir esperando podría costar más vidas. El reloj corre para Moscú.
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