Por Bruno Cortés
En medio del ritmo legislativo, entre dictámenes, reformas y debates que a veces suenan más a pleito que a política, en la Cámara de Diputados se detuvo el tiempo por un rato… para leer. Y no cualquier cosa: se le rindió homenaje a uno de los escritores más influyentes del siglo XX, el alemán Thomas Mann, en el marco de los 150 años de su natalicio.
El evento, organizado por el Espacio Cultural San Lázaro, que dirige Elías Robles Andrade, no fue solo una celebración literaria. Fue también una llamada de atención sobre una realidad que pesa más de lo que parece: en México cada vez se lee menos. Según el INEGI, en la última década el número de personas que se consideran lectoras cayó entre un 15 y 16%. Eso significa millones que ya no abren un libro ni por accidente. Por eso, dijo Robles, leer hoy no es un lujo: es una necesidad política, cultural y hasta de supervivencia democrática.
En ese sentido, anunció que desde San Lázaro se impulsará un club de lectura y escritura. Sí, en la misma Cámara donde se deciden leyes, presupuestos y se votan reformas, también se quiere abrir espacio para leer novelas, ensayos y reflexionar. Porque leer no solo informa, forma.
Durante el homenaje titulado “Thomas Mann Hoy”, participaron escritores y académicos que desmenuzaron por qué este autor sigue vigente. María Vázquez Valdez, directora de la Biblioteca Legislativa y también poeta, recordó que Mann fue Premio Nobel en 1929 y autor de obras como La montaña mágica o Doctor Faustus, donde retrata con precisión quirúrgica la condición humana, los dilemas morales y la crítica a su tiempo, incluyendo su oposición al nazismo.
El ensayista Sigifredo Esquivel Marín fue más allá: Mann no solo escribía novelas largas, escribía ideas complejas de forma accesible, con equilibrio entre fondo y forma. Y aunque sus textos parten muchas veces de lo personal, van mucho más allá: trascienden lo íntimo para volverse espejo del mundo. De hecho, Esquivel lo comparó con lo que vivimos en tiempos recientes, como la llegada de Donald Trump, y cómo pensar críticamente —como proponía Mann— sigue siendo urgente en contextos polarizados.
Por su parte, Armando González Torres, también ensayista y poeta, subrayó que aunque las novelas de Thomas Mann pueden intimidar por su extensión, vale la pena entrarle. ¿Por qué? Porque en ellas conviven la historia, los dilemas existenciales, los estereotipos sociales, la exploración de la identidad y la crítica a los sistemas de poder.
Y así, entre reflexiones profundas y anécdotas literarias, el Espacio Cultural San Lázaro entregó reconocimientos a quienes participaron, dejando claro que sí, la literatura puede —y debe— ser parte de la conversación política.
Porque cuando dejamos de leer, dejamos también de pensar con libertad. Y como enseñó Mann, la peor forma de repetir la historia es dejar de entenderla. Por eso, rescatar la lectura desde el Congreso no es solo un acto cultural: es una forma de resistencia.
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