Por Juan Pablo Ojeda
A principios de julio, el mundo de la ciencia se agitó tras la identificación de un nuevo objeto interestelar que generó más de una ceja levantada: 3I/ATLAS. Suena a nombre de clave de misión secreta y, en parte, lo es. Detectado oficialmente el 1 de julio por el telescopio ATLAS en Chile, este cuerpo celeste se ha ganado los titulares no solo por venir de más allá del sistema solar, sino porque un reconocido científico de Harvard lo relacionó con tecnología alienígena. Pero, ¿qué tan cierto es esto?
Primero, lo básico: 3I/ATLAS es el tercer objeto interestelar conocido por la humanidad (de ahí el “3I” en su nombre), luego del famoso ‘Oumuamua en 2017 y 2I/Borisov en 2019. El hallazgo fue confirmado no solo por ATLAS, una red internacional de telescopios, sino también por el observatorio Palomar en California. Se mueve a una velocidad sorprendente de 61 kilómetros por segundo, y no va a frenar: simplemente va de paso por el sistema solar y nunca regresará.
Ahora, ¿de dónde viene la idea de que podría ser una nave o sonda alienígena? El astrofísico Avi Loeb, de la Universidad de Harvard, publicó un artículo junto a sus colegas Adam Hibberd y Adam Crowl, en el que sugiere que las características de 3I/ATLAS no encajan del todo con lo que se espera de un cometa común y corriente. Para empezar, su órbita retrógrada (va en dirección opuesta al resto del tráfico cósmico) y la falta de una cola cometaria visible en ciertos momentos, despiertan curiosidad. A eso súmale su tamaño inusual, y Loeb plantea: «¿Y si es tecnología extraterrestre?»
Pero antes de entrar en pánico o correr a cavar un búnker, hay que poner las cosas en contexto. Loeb no está diciendo que una flota alienígena viene en camino. Más bien, busca abrir la conversación sobre nuestra limitada capacidad tecnológica y científica para interpretar fenómenos que no encajan con los modelos actuales. Es decir, no está gritando “¡invasión!”, está diciendo: “deberíamos mirar más de cerca”.
Por su parte, la NASA ha sido clara: 3I/ATLAS fue catalogado como un cometa, ya que posee un núcleo helado y una coma, esa especie de nube brillante que rodea a los cometas cuando se acercan al Sol. Según sus análisis, proviene de otro sistema estelar, probablemente expulsado durante una etapa temprana de formación planetaria, y desde entonces ha estado vagando por el cosmos hasta pasar por aquí.
¿Representa un peligro para la Tierra? Rotundamente no. Su trayectoria lo mantendrá a más de 240 millones de kilómetros del planeta, lo que es más del doble de la distancia entre la Tierra y el Sol. Es más probable que te caiga un satélite descompuesto que tener un susto con este objeto.
Lo interesante es que seguirá siendo visible hasta septiembre de 2025 desde telescopios terrestres, y luego reaparecerá brevemente en diciembre, cuando haya pasado el Sol. Serán momentos cruciales para obtener más datos, afinar modelos y entender mejor de qué está hecho y cómo se comporta este visitante galáctico.
En resumen: no, 3I/ATLAS no es una amenaza, pero sí es un recordatorio de que el universo es mucho más grande, raro y lleno de sorpresas de lo que a veces creemos. Y si alguna vez hay algo verdaderamente “no identificado” por ahí, será mejor estar preparados para investigarlo con más ciencia que miedo.
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