Por Juan Pablo Ojeda
Taylor Swift está de regreso y, como siempre, causando revuelo. Su nuevo álbum, The Life of a Showgirl, no solo ha roto récords de ventas y arrasado en plataformas digitales, sino que también ha generado un debate intenso entre críticos y seguidores. Mientras Rolling Stone le otorgó cinco estrellas, describiéndolo como “una cima artística y personal completamente nueva”, The New York Times lo llamó “pegadizo y sustancial pero sin ostentaciones”, calificándolo como un broche de oro para la carrera de Swift.
Sin embargo, no todos piensan igual. Medios como Slate lo tildan de “obra maestra del ‘cringe’”, y The Guardian lo describió como “brillante y aburrido”, señalando que el disco, aunque correcto, no está a la altura del talento de la cantante.
Entre los ‘swifties’, la división también es evidente. Algunos celebran el regreso de Swift al pop ligero, mientras que otros critican la superficialidad de las letras y el cambio de estilo radical. Comentarios como “El nuevo disco de Taylor Swift parece hecho con ChatGPT” se han vuelto recurrentes en redes, reflejando la decepción de una parte de sus seguidores.
El tema Actually Romantic ha generado especulación sobre posibles respuestas a Charli XCX y sus críticas a la superestrella estadounidense. Por otro lado, WOODS, inspirada en su relación con Travis Kelce, ha sido criticada por abordar la sexualidad de manera que muchos consideran forzada y poco natural.
El debate apunta a un cambio generacional en las expectativas de la música pop: mientras nuevas artistas abordan identidad, sexualidad y empoderamiento, algunos críticos consideran que Swift mantiene fórmulas de romance e inocencia que ya no resuenan con todos sus seguidores. Aun así, su regreso demuestra que la cantante sigue siendo una de las figuras más influyentes del pop global, capaz de generar conversación y dividir opiniones con cada lanzamiento.
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