Por Juan Pablo Ojeda
Mientras la atención del mundo está fija en los avances tecnológicos de SpaceX, en la frontera entre Texas y México hay tensión en el aire. Este sábado, la compañía fundada por Elon Musk intentará por décima vez lanzar con éxito su nave insignia, Starship, desde la Starbase, ubicada en el sur de Texas, con un objetivo clave: lograr la reutilización total del propulsor Super Heavy y la nave, una hazaña que podría cambiar el rumbo de los viajes espaciales… si finalmente funciona.
El despegue está programado para después de las 18:30 horas (hora central de EE.UU.), y aunque será la décima prueba, no deja de ser un volado. Las últimas tres misiones de este tipo, realizadas todas en 2025, terminaron en explosión. SpaceX lo llama eufemísticamente “desmontaje rápido no planificado”, pero en términos simples: Starship aún no ha logrado regresar completa.
A pesar de los fracasos, la compañía asegura que ha realizado ajustes importantes, como quitar losetas térmicas en zonas vulnerables para probar hasta dónde aguanta el vehículo en su reentrada, y afinar los sistemas de los ‘flaps’ traseros que le dan estabilidad.
En esta ocasión, el Super Heavy amerizará a los 6 minutos y 40 segundos en una plataforma del Golfo de México, mientras que la nave Starship intentará regresar poco más de una hora después, descendiendo en el océano Índico. El gran desafío sigue siendo controlar la reentrada de ambos elementos y demostrar que realmente se pueden reutilizar. En paralelo, Starship llevará a cabo experimentos clave, como el reencendido del motor Raptor en el espacio, el despliegue de ocho simuladores de satélites Starlink y pruebas estructurales en sus componentes térmicos.
La presión no solo viene del lado técnico. La NASA ya eligió a Starship como vehículo para su histórica misión Artemis III, que en 2027 busca regresar astronautas estadounidenses a la Luna. Para que eso ocurra, SpaceX debe mostrar resultados, y pronto.
Pero no todo el ruido es entusiasmo espacial. A lo largo de la frontera, las comunidades de Boca Chica, Texas, y del lado mexicano en Tamaulipas, han comenzado a levantar la voz. Denuncian daños ambientales, ruido extremo, y el riesgo de fragmentos tras los frecuentes fallos en las pruebas.
Organizaciones civiles como Conibio Global, en México, convocaron una protesta para este domingo, señalando que los lanzamientos y amerizajes en el Golfo ponen en peligro especies como la tortuga Lora, amenazada de extinción. Mientras tanto, en Texas, vecinos cercanos a la Starbase han presentado quejas ante la Administración Federal de Aviación (FAA) por el impacto directo que tienen estas pruebas en su vida diaria.
Así que mientras SpaceX busca superar sus límites tecnológicos, también enfrenta un creciente dilema social y ambiental. Entre la ambición por conquistar la Luna y las preocupaciones de quienes viven bajo las estelas de sus cohetes, la historia de Starship no solo se escribe en los cielos, sino también en la tierra.
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