Por Juan Pablo Ojeda
Tras tres fallidos intentos, la enorme nave Starship de SpaceX finalmente completó con éxito su décimo vuelo de prueba, consolidando un avance clave para los planes de Elon Musk de colonizar la Luna y Marte. Más de dos millones de personas siguieron el histórico lanzamiento en vivo por internet, en lo que ya es considerado un nuevo hito en la exploración espacial privada.
El despegue ocurrió a las 18:30 horas locales desde la base de lanzamiento Starbase, ubicada en el sur de Texas, tras dos aplazamientos causados por fallas técnicas y condiciones meteorológicas adversas. Exactamente una hora y seis minutos después, la nave amerizó sin incidentes en el océano Índico, cumpliendo todos los objetivos previstos.
Reutilización, la gran meta
El sistema de lanzamiento está conformado por el propulsor Super Heavy y la nave Starship, ambos diseñados con el propósito de ser totalmente reutilizables, una condición indispensable para reducir los costos de misiones espaciales a gran escala.
En este décimo vuelo, Super Heavy se separó con éxito siete minutos después del despegue y cayó en el Golfo de México. Aunque no se ha confirmado si aterrizó en una sola pieza, los ingenieros consideran este resultado un éxito parcial.
Innovaciones tras fallos anteriores
Este vuelo incorporó modificaciones clave luego del fallo ocurrido el pasado 27 de mayo, cuando una fuga de combustible provocó la pérdida de estabilidad y la explosión de la nave. En esta ocasión, SpaceX retiró varias losetas térmicas para poner a prueba las áreas más vulnerables durante la reentrada atmosférica.
Además, la misión permitió realizar dos pruebas inéditas en vuelos anteriores:
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Simulación del despliegue de satélites con modelos falsos a través de una compuerta lateral.
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Reencendido exitoso de un motor en pleno vuelo, una maniobra extremadamente compleja que solo se había logrado una vez antes.
Un salto hacia la Luna y Marte
Durante los más de 60 minutos de vuelo, Starship alcanzó el espacio y reingresó controladamente, bajando a velocidad subsónica antes de impactar con precisión el océano. La operación fue monitoreada en tiempo real gracias a cámaras a bordo y tecnología de satélites Starlink, propiedad también de Elon Musk.
El éxito de esta prueba no solo representa un gran paso para SpaceX, sino que acerca cada vez más a la humanidad a misiones tripuladas sostenibles fuera del planeta Tierra.
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