Por Juan Pablo Ojeda
Si alguien todavía duda del talento de Shohei Ohtani, el cuarto juego de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional en el Dodger Stadium lo dejó en claro: el japonés volvió a demostrar que no hay límites para lo que puede hacer en un mismo partido. Ohtani no solo es un pitcher de élite, sino también un bateador capaz de cambiar el rumbo de cualquier juego. Lo que vimos la noche de hoy quedará grabado en la historia de las Grandes Ligas.
En el montículo, Ohtani lanzó seis entradas completas, ponchando a 10 bateadores, permitiendo solo dos hits y sin permitir carreras. Su actuación fue tan dominante que dejó atrás los intentos de los Milwaukee Brewers por acercarse en el marcador, haciendo ver el juego como un entrenamiento para el japonés. La combinación de velocidad, control y cambios de ritmo que mostró Ohtani volvió a poner de manifiesto que estamos ante un fenómeno que probablemente no se vuelva a ver en mucho tiempo.
Pero el espectáculo no terminó en la lomita. Ohtani se fue a la caja de bateo tres veces y conectó tres cuadrangulares, impulsando tres carreras. Una hazaña que lo coloca entre los jugadores con la mejor y tercera mejor actuación en la historia de la MLB, algo que pocos en la historia del béisbol han logrado. Por si fuera poco, esta actuación eclipsó incluso los méritos de otros grandes nombres, como Yoshinobu Yamamoto, consolidando a Ohtani como una verdadera superestrella de la liga.
Con esta victoria, los Los Angeles Dodgers barrieron a los Milwaukee Brewers y se aseguraron un lugar en la Serie Mundial 2025 por segundo año consecutivo. Ahora, los Dodgers esperan rival: los Seattle Mariners, que nunca han disputado un Clásico de Otoño, o los Toronto Blue Jays, que no llegan a esta instancia desde 1993. Sea quien sea, los Dodgers llegarán con una ventaja anímica enorme gracias al momento histórico de Ohtani.
Lo impresionante de Ohtani no es solo su talento, sino cómo combina las dos facetas del juego: lanzar como él lo hace y, al mismo tiempo, batear con un poder devastador. Esta dualidad lo hace único y lo coloca en una liga completamente aparte, donde los récords se rompen y las estadísticas parecen insuficientes para describir su impacto en un partido.
Si algo quedó claro esta noche es que Ohtani no solo ganó el juego, sino que escribió un capítulo nuevo en la historia del béisbol. Su nombre ya está grabado entre los grandes de todos los tiempos, y su actuación será recordada como una de las más completas y dominantes jamás vistas en la MLB. Los fanáticos del béisbol tienen un espectáculo asegurado en la próxima Serie Mundial, y Shohei Ohtani promete ser la gran figura de ese enfrentamiento, capaz de definir un título con su brazo y su bate.
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