Por Juan Pablo Ojeda
La presidenta Claudia Sheinbaum no se quedó callada frente a la polémica por el retiro del “Monumento Encuentro”, una escultura dedicada a Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara que fue retirada del Jardín Tabacalera por orden de la alcaldía Cuauhtémoc. En su conferencia matutina, Sheinbaum calificó la acción como ilegal, intolerante e hipócrita, y apuntó directamente a la alcaldesa Alessandra Rojo de la Vega por haber ordenado el retiro sin respetar los procesos establecidos.
La presidenta fue clara: la remoción de cualquier monumento público no se puede hacer “porque sí”. Existen procedimientos marcados por la ley que deben pasar por el Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos, donde participan instituciones clave como el INAH, el INBAL y la Secretaría de Cultura capitalina. En este caso, afirmó Sheinbaum, la alcaldía actuó sin ese aval, lo que convierte la acción en un acto arbitrario y, sobre todo, fuera de la legalidad.
Pero Sheinbaum no se detuvo ahí. Cuestionó la coherencia política de la alcaldesa, quien —según reveló— habría vacacionado en Cuba recientemente, mientras que en su cargo se opone frontalmente a un homenaje a dos figuras históricas de ese país. “Resultó muy hipócrita”, comentó con ironía, aludiendo a que si el problema era de principios, no tendría lógica elegir Cuba como destino personal.
La controversia creció aún más cuando la propia Rojo de la Vega insinuó la posibilidad de subastar la escultura. Ante esto, Sheinbaum advirtió que eso podría constituir daño al patrimonio, y reiteró que la alcaldesa no tiene facultades para tomar ese tipo de decisiones sin la autorización correspondiente.
Desde la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México y otras instancias del gobierno local, también se ha exigido que el monumento sea devuelto y reinstalado, señalando que lo importante no es si alguien está o no de acuerdo con el contenido simbólico de una obra, sino respetar el marco legal y la memoria histórica de la ciudad.
Mientras tanto, el destino del monumento sigue siendo incierto. Lo que está claro es que el episodio ya escaló a un conflicto político de fondo entre el gobierno federal y la administración local de Cuauhtémoc, en donde se cruzan posturas ideológicas, disputas por el control del espacio público y, claro, la eterna batalla por el simbolismo en la Ciudad de México.
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