Por Juan Pablo Ojeda
La salida de Alejandro Gertz Manero al frente de la Fiscalía General de la República abrió un proceso que, aunque suena técnico, en realidad define algo clave para el país: quién encabezará la institución responsable de perseguir delitos y combatir la impunidad. Y para no hacerlo complicado, aquí va la historia tal cual la están moviendo en el Senado y en la Presidencia.
Tras la renuncia de Gertz —quien aceptó convertirse en embajador por invitación de la presidenta Claudia Sheinbaum—, el Senado tiene que armar una primera lista de 10 personas. Esa lista se elige entre quienes cumplan con los requisitos constitucionales, y según explicó la presidenta del Senado, Laura Itzel Castillo, el proceso tomará unos 20 días, como marca la Constitución.
Luego empieza el “filtro fino”. Esos 10 nombres se mandan a la presidenta Sheinbaum, quien por ley debe recortar la lista a tres finalistas. Esas tres personas son las que comparecerán ante el Senado para explicar su trayectoria, su visión de justicia y cómo piensan manejar la FGR en plena transformación del sistema de seguridad.
De ahí, el Senado vota y decide quién se queda con el cargo completo. Mientras tanto, la fiscalía no queda descubierta: Ernestina Godoy fue designada como titular interina para que la institución siga operando.
Aunque parezca un trámite, la Constitución sí pone varios candados para asegurar que quien ocupe el puesto sea alguien con experiencia y sin antecedentes cuestionables. Los requisitos son claros: tener al menos 35 años, ser mexicano por nacimiento, contar con un título en Derecho de mínimo 10 años, tener buena reputación, no haber sido condenado por delitos dolosos y comprobar experiencia en temas jurídicos o de procuración de justicia.
La idea detrás de este proceso es que la FGR mantenga autonomía y continuidad, sin depender del humor político del momento. Por eso intervienen tanto el Senado como la Presidencia: uno presenta la primera criba, la otra afina la lista y, al final, los legisladores deciden con voto abierto.
En paralelo, la salida de Gertz no pasó desapercibida. En la carta que envió al Senado, explicó que se retiraba para asumir una embajada “en un país amigo”, y pidió que se arrancara el procedimiento constitucional de relevo. Con 74 votos a favor y 22 en contra, la Cámara alta aceptó su renuncia y formalizó el inicio de esta nueva etapa.
Ahora arrancan semanas de revisiones, entrevistas y negociaciones. Todo indica que la discusión no será sencilla, porque quien llegue a la FGR deberá cargar con una agenda pesada: reducir impunidad, coordinarse con las áreas de seguridad y avanzar en investigaciones que llevan años atoradas.
Pero el Senado ya fijó la ruta: 10 aspirantes, luego 3 finalistas y finalmente la designación. Un proceso que, aunque parece largo, será clave para definir cómo se aplicará la justicia en los próximos años.
































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