Por Juan Pablo Ojeda
El asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, sigue sacudiendo la política nacional, y hoy el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, salió a aclarar uno de los rumores más delicados: no hay pruebas de que los policías municipales encargados de la seguridad del edil tuvieran vínculos con el crimen organizado.
Harfuch fue directo: “No hay ningún indicio de que los policías municipales que protegían al alcalde estuvieran coludidos”. Esto llega en medio de especulaciones y sospechas que suelen encenderse cada vez que ocurre un ataque contra una autoridad local en zonas con fuerte presencia del narcotráfico.
Durante el atentado, uno de los escoltas del alcalde reaccionó y abatió a uno de los agresores. El secretario explicó que esa respuesta fue parte del protocolo, ya que los guardias formaban parte del círculo de seguridad más cercano del presidente municipal. El agresor muerto no llevaba identificación, pero gracias a imágenes y rastreos previos, ya se tienen pistas claras sobre su identidad y lugares donde estuvo antes del ataque. “Es cuestión de tiempo”, aseguró Harfuch.
El siguiente paso es determinar a qué grupo criminal pertenecía el atacante. Y es que en Uruapan la situación no es sencilla: operan células como Los Viagras, el Cártel Jalisco Nueva Generación y Los Blancos de Troya, entre otros. El funcionario dijo que por ahora no dará detalles para no entorpecer las investigaciones, pero dejó claro que las autoridades federales tienen mapeados a los grupos que se disputan la zona.
En todo este panorama, la Guardia Nacional juega un papel clave. Su presencia en Uruapan está enfocada en reforzar la seguridad, contener la expansión de los grupos criminales y apoyar las investigaciones tras el ataque. El mensaje del gobierno es que no se bajará la guardia y que el caso no quedará en la impunidad.
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