Por Juan Pablo Ojeda
Petróleos Mexicanos (Pemex) recibió este viernes una noticia que le da algo de oxígeno en medio de sus múltiples problemas financieros: Fitch Ratings elevó su calificación crediticia de ‘B+’ a ‘BB’, un movimiento que reconoce el reciente rescate financiero de 12 mil millones de dólares impulsado por el gobierno de México, pero que al mismo tiempo subraya las fragilidades estructurales de la petrolera estatal.
La mejora no es un cheque en blanco. Fitch, una de las principales agencias calificadoras del mundo, reconoció que esta alza responde más al respaldo político y financiero del Estado mexicano que a una mejora real en el modelo de negocios de Pemex. De hecho, la calificadora fue clara: sin el apoyo del gobierno, la petrolera seguiría en terreno crítico.
El punto clave fue la colocación esta semana de Notas Estructuradas Pre Capitalizadas (P-Caps) por 12 mil millones de dólares en mercados internacionales, con vencimiento en 2030. Ese movimiento, liderado por la administración de Claudia Sheinbaum, buscó fortalecer el músculo financiero de Pemex y, de paso, enviar una señal de certidumbre a los mercados.
Fitch no solo mejoró la calificación de la deuda a largo plazo de Pemex, también subió la nota de sus bonos conocidos como notas senior quirografarias, lo cual puede facilitar futuras colocaciones de deuda bajo mejores condiciones. Además, retiró la etiqueta de “observación positiva” y dejó la perspectiva en estable, lo que indica que, por ahora, no se esperan ni mejoras ni deterioros rápidos.
Pero el informe también contiene advertencias claras. Pemex no genera suficiente flujo de efectivo, sus operaciones de refinación siguen siendo deficitarias, y la liquidez es limitada. A pesar de la mejora, su Perfil Crediticio Independiente (SCP) solo subió de ‘ccc-’ a ‘ccc’, es decir, sigue siendo una empresa vulnerable si el gobierno dejara de respaldarla.
Eso sí, la calificadora dejó entrever que hay espacio para seguir escalando. Si el gobierno federal implementa medidas para profesionalizar la toma de decisiones en Pemex y fortalece la supervisión directa sobre sus operaciones, Fitch podría subir la calificación incluso a ‘BB+’. Pero no basta con inyecciones de capital: lo que se necesita, dicen, es una reestructura profunda y sostenible.
A pesar de todo, el mercado ha recibido con cierto optimismo esta mejora. La petrolera reportó ganancias por más de 16 mil millones de pesos en el primer semestre de 2025, aunque su deuda financiera sigue siendo monumental: 98 mil 800 millones de dólares.
En términos políticos, esta acción refuerza la narrativa del nuevo gobierno de Sheinbaum: rescatar a Pemex sin privatizarlo, pero con reglas claras y sostenibilidad en el horizonte. La calificación de México como país sigue en ‘BBB-’, apenas por encima del grado de inversión, lo cual implica que el futuro de Pemex está íntimamente ligado al rumbo de la política económica nacional.
En resumen, Pemex respira, pero no se cura. El respaldo del Estado lo mantiene de pie, pero su verdadera recuperación dependerá de decisiones técnicas, transparencia y cambios estructurales que aún están pendientes.
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