Por Bruno Cortés
Gerardo Fernández Noroña, presidente de la Mesa Directiva del Senado y legislador de Morena, salió al paso de las críticas tras el zafarrancho con Alejandro Moreno Cárdenas, “Alito”, líder nacional del PRI. En entrevista con Gabriela Warkentin para W Radio, el senador negó haber provocado la trifulca y comparó los señalamientos en su contra con la revictimización que suelen enfrentar las mujeres víctimas de violencia sexual: “Es como cuando dicen que a una mujer la violan por cómo iba vestida”.
Noroña narró que, mientras se entonaba el Himno Nacional en la Comisión Permanente, un grupo encabezado por Alito y reforzado por legisladores del PRI y PAN —algunos sin pertenecer a la comisión— lo rodeó e inició las agresiones. Según su versión, recibió golpes en el rostro y su colaborador, Emiliano González, también fue lastimado.
El senador acusa que la oposición incumplió acuerdos y buscó reventar la sesión en la que se discutía un tema espinoso: la petición de intervención militar estadounidense en México, impulsada por Lilly Téllez. Para Noroña, lo ocurrido es un reflejo de la “desesperación” de sus adversarios políticos, a quienes acusa de recurrir a la violencia ante la pérdida de privilegios.
Rechazó que se le responsabilice del altercado, pues —dice— los problemas políticos deben resolverse en el debate, no “con seis personas subiéndose a golpearte”. Insistió en que no es culpable de la agresión y denunció un “linchamiento mediático” que lo pinta como victimario en lugar de víctima.
Tras la pelea, tanto Noroña como Alito presentaron denuncias penales. El morenista acusó al dirigente priista y a otros legisladores de agresión física, amenazas y lesiones, incluso pidió a la FGR promover su desafuero. Por su parte, Alito se declaró víctima, alegó intimidaciones y solicitó al Gobierno federal protección bajo el mecanismo para defensores de derechos humanos, señalando persecución política.
Lo cierto es que el choque entre ambos abre un frente más en la ya tensa relación entre Morena y la oposición, en vísperas de la instalación del nuevo Poder Judicial. Y aunque ambos se dicen víctimas, será la Fiscalía y, en última instancia, la política misma, quienes definan si este episodio queda como una anécdota más de la vida parlamentaria o escala a un proceso judicial de alto impacto.
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