Por Juan Pablo Ojeda
En la Asamblea General de la ONU, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu lanzó un mensaje sin concesiones: Israel no reconocerá un Estado palestino y hacerlo sería —dijo— “un suicidio nacional”. Su intervención, cargada de imágenes, mapas y reproches a países occidentales que recientemente han reconocido la condición de Estado a Palestina, buscó justificar la continuada ofensiva israelí y rechazar las críticas internacionales.
Netanyahu pasó buena parte de su discurso repasando las ofensivas israelíes en la región —desde la Franja de Gaza hasta Líbano, Irán y Siria— y presentó un mapa con las operaciones de los últimos dos años. Ante una Asamblea notablemente desocupada por boicots y marchas fuera del recinto, el primer ministro comparó el reconocimiento de un Estado palestino con premiar a quienes cometieron las masacres del 7 de octubre de 2023 y llamó a no “recompensar a los fanáticos”.
En su defensa ante acusaciones internacionales, Netanyahu negó que en Gaza se haya cometido un genocidio y rechazó afirmaciones sobre hambruna, pese a los contundentes reportes y cifras que han circulado en organismos y medios internacionales sobre el alto número de víctimas. Su discurso buscó, además, frenar el desgaste de apoyo entre socios tradicionales y retratar la campaña como una respuesta inevitable ante el terrorismo de Hamas.
El tono de la intervención fue desafiante: Netanyahu acusó a líderes que reconocieron a Palestina de ceder ante “medios hostiles” y “turbas antisemitas”, y advirtió que Israel no permitirá la imposición de lo que llamó “un estado terrorista” junto a sus fronteras. La reacción fue inmediata: delegaciones y activistas organizaron protestas y varias representaciones abandonaron la sesión, un gesto que subraya la creciente polarización diplomática en torno al conflicto.
El discurso de Netanyahu añade presión a un tablero internacional ya tensionado: mientras algunos países avanzan en el reconocimiento de Palestina y organismos investigan posibles violaciones en la Franja, Israel redobla su retórica y operaciones militares. La Asamblea dejó la imagen de una comunidad global dividida entre llamados a la contención humanitaria y la firme defensa, por parte de Israel, de lo que considera su seguridad nacional.
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