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Muere Jane Goodall, la científica que cambió nuestra mirada hacia los chimpancés

El mundo de la ciencia y la conservación ambiental despide a una de sus voces más emblemáticas. Jane Goodall, primatóloga británica que dedicó más de seis décadas al estudio de los chimpancés y a la defensa de la naturaleza, falleció este miércoles a los 91 años, según informó el Instituto Jane Goodall a través de un comunicado en redes sociales. Su partida deja un vacío difícil de llenar, pero también un legado que transformó la manera en que los seres humanos entendemos nuestra relación con otras especies.

Nacida en Londres el 3 de abril de 1934, Goodall mostró desde niña un profundo interés por los animales, inspirado por lecturas como Doctor Dolittle y Tarzán. A los 26 años viajó por primera vez a África, sin formación científica formal, para iniciar una investigación inédita que marcaría un antes y un después en la primatología. Su método de observación cercana y paciente permitió registrar comportamientos nunca antes documentados en chimpancés, como el uso y la fabricación de herramientas, la complejidad de sus estructuras sociales y la intensidad de sus lazos emocionales. Estos hallazgos derrumbaron la rígida barrera que separaba a los humanos de otros primates, ampliando la comprensión de la evolución y la conducta animal.

Más allá de sus aportes científicos, Goodall se consolidó como una de las voces más influyentes en la defensa de la biodiversidad. Fundó el Instituto Jane Goodall y el programa educativo Roots & Shoots, con los que promovió la conservación de ecosistemas y alentó a nuevas generaciones a comprometerse con la protección del medio ambiente. Su activismo, caracterizado por un mensaje de esperanza y responsabilidad compartida, trascendió fronteras y la convirtió en una referencia global en la lucha por la naturaleza.

En entrevistas, Goodall solía recordar cómo su fascinación por los animales nació en la infancia, cuando observaba insectos y cualquier forma de vida con paciencia y asombro. Ese espíritu la acompañó toda su vida y fue la base de una carrera que no solo aportó conocimiento científico, sino también una nueva ética hacia la vida silvestre.

Con su muerte, el mundo pierde a una investigadora pionera y a una defensora incansable de los derechos de los animales. Sin embargo, su legado perdura en la ciencia, en los movimientos de conservación y en el compromiso de quienes, inspirados por su ejemplo, siguen trabajando por un planeta en equilibrio.

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