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Moscú rompe récord de calor de hace 122 años

Por Juan Pablo Ojeda

 

La ciudad de Moscú vivió este viernes un hecho climático sin precedentes al registrar una temperatura de 34.6 grados centígrados, superando el récord histórico de calor que se mantenía desde hace 122 años, según confirmaron autoridades del Servicio Meteorológico ruso.

Román Vilfand, director del área científica del organismo, declaró a la agencia Interfax que el récord anterior, de 34.5 grados, databa del 12 de julio de 1903, y fue superado este año por una décima. “Se trata de una temperatura extrema, y no es un hecho aislado: ya son cinco días consecutivos de calor inusual en la capital«, explicó.

Esta ola de calor, bautizada por medios locales como “calor egipcio”, ha impactado la vida cotidiana en Moscú. En varias estaciones del metro se han comenzado a repartir botellas de agua a los usuarios, mientras los servicios de emergencia se mantienen en alerta por los efectos que el calor puede provocar, especialmente entre adultos mayores y personas con enfermedades crónicas.

Los meteorólogos advierten que las temperaturas actuales superan en más de 10 grados la media normal para un mes de julio en Moscú, una ciudad que tradicionalmente experimenta veranos suaves y secos. Esta situación, afirman expertos, podría estar relacionada con patrones globales del cambio climático que alteran la estabilidad climática incluso en regiones usualmente templadas o frías.

Este año ha sido especialmente anómalo para los moscovitas: en primavera se registraron días de calor veraniego, mientras que en mayo, cuando ya debería haber temperaturas cálidas, se presentaron heladas tardías. La inestabilidad del clima ha sorprendido a la población, que cada vez con más frecuencia enfrenta condiciones meteorológicas extremas sin precedentes.

Según los pronósticos, el clima en Moscú podría cambiar la próxima semana, dando paso a lluvias y temperaturas más moderadas. Sin embargo, el impacto de esta ola de calor ha reactivado el debate sobre la preparación de las ciudades ante fenómenos climáticos extremos y el papel de las políticas públicas frente al cambio climático global.

Lo que para algunos parece solo una anécdota de calor intenso en una ciudad conocida por sus inviernos severos, para otros es una señal alarmante de que el clima está cambiando más rápido de lo que las sociedades están preparadas para enfrentar.

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