Por Bruno Cortés
En medio de un Congreso que arrancó su segundo año de trabajo, Ricardo Monreal sacó la libreta de logros y pintó un panorama en el que, según él, México ya no es el mismo de hace unos años. Con un tono orgulloso, el legislador aseguró que en este tiempo se han aprobado 18 reformas constitucionales y 57 nuevas leyes que, en sus palabras, “le han dado rostro al país”. Dicho en sencillo: se ha construido un nuevo marco legal que, según la mayoría oficialista, redefine cómo funciona el Estado mexicano.
Monreal defendió que la presidenta Claudia Sheinbaum ha enfrentado retos enormes con prudencia e inteligencia, logrando mantener estabilidad política y económica. Y para que esto no quede como discurso, puso ejemplos concretos. Habló de la política social más grande en la historia de México: casi un billón de pesos se ha destinado a los más pobres, lo que ha permitido que más de 13 millones de personas dejaran la pobreza en los últimos años. Esto, según él, es una hazaña de cualquier gobierno que se diga progresista.
El senador también puso sobre la mesa otros cambios que, aunque suenan técnicos, tocan la vida de millones. Por ejemplo, el fortalecimiento de los derechos laborales: adiós al outsourcing que precarizaba empleos, aumentos constantes al salario mínimo, libertad sindical y una legislación laboral que, dice Monreal, está entre las más avanzadas del mundo. A esto se suman reformas en favor de la igualdad salarial entre hombres y mujeres, protección de derechos para los pueblos originarios y el reconocimiento constitucional de los jóvenes con programas de becas que van desde primaria hasta universidad, un esquema nunca antes visto en la magnitud que hoy existe.
También presumió avances en materia de soberanía, como elevar a rango constitucional la protección de los animales y reforzar la defensa del país frente a cualquier intento de injerencia extranjera. En su mensaje, recordó la historia de las invasiones y aseguró que México no volverá a ser sometido por fuerzas externas.
Pero quizá el punto más polémico fue el del Poder Judicial. Monreal acusó que durante años fue un espacio marcado por corrupción, nepotismo y tráfico de influencias, donde los poderosos siempre ganaban y los pobres quedaban al margen de la justicia. Por eso, resaltó como una victoria histórica la reforma que permitirá que jueces, magistrados y ministros sean electos por voto popular. Según él, esto abre una nueva era donde “nunca más la justicia se venderá al mejor postor”.
El mensaje de Monreal fue claro: el Congreso de la Unión ha respondido al reclamo popular y, con mayoría calificada, aprobó cambios que —a su juicio— representan un parteaguas en los 200 años de vida independiente del país. En resumen, desde su visión, México está entrando a una etapa donde hay más derechos, más libertades y un Poder Judicial que ahora deberá rendir cuentas directamente al pueblo.
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