Por Bruno Cortés
En San Lázaro se instaló el Grupo de Amistad México–Reino de Bélgica, un espacio donde diputadas y diputados de distintos partidos subrayaron algo que a veces parece lejano para la ciudadanía, pero que tiene impactos directos en la vida diaria: cómo la política exterior y la diplomacia parlamentaria pueden abrir puertas para inversiones, empleos y nuevas oportunidades económicas.
El presidente del grupo, el diputado Carlos Arturo Madrazo Silva, destacó que la relación con Bélgica no es de reciente creación; es un vínculo largo, estable y bien construido. Explicó que el comercio entre ambos países ya supera los 3 mil millones de dólares anuales, lo que quiere decir que hay empresas belgas que llevan años invirtiendo en México y generando actividad económica. Para quienes no están familiarizados con estos temas, esto se traduce en más posibilidades de empleo, innovación en sectores clave y cadenas de suministro más fuertes.
Madrazo aseguró que tanto México como Bélgica tienen la voluntad de impulsar juntos una relación moderna y estratégica. La idea es simple: si trabajan alineados, los dos países pueden lanzar proyectos que tengan un beneficio directo para sus poblaciones, desde intercambios académicos hasta desarrollo tecnológico y mejores condiciones para el comercio.
Diputadas como Magdalena del Socorro Núñez Monreal señalaron que este tipo de encuentros sirven para compartir experiencias y entender los retos globales que afectan por igual a ambas naciones. En palabras muy concretas: lo que se decide aquí puede ayudar a enfrentar problemas que no conocen fronteras, como la transición energética, el cambio climático o la regulación del comercio digital.
La diputada Paloma Domínguez Ugarte resaltó la importancia de que México tenga una diplomacia parlamentaria activa. Esto significa que el Congreso no solo legisla dentro del país, sino que también construye alianzas con otros parlamentos para fortalecer la posición de México en el mundo.
Desde Morena, diputadas como Felicita Pompa Robles y Claudia Selene Ávila Flores destacaron que tanto México como Bélgica son países abiertos, que buscan un comercio responsable y un crecimiento económico acompañado de intercambio cultural. Señalaron que estas alianzas no solo fortalecen la economía sino también los vínculos entre sociedades, desde la hospitalidad hasta proyectos educativos.
Otros legisladores, como Jesús Martín Cuanalo y Celia Esther Fonseca Galicia, subrayaron que este grupo permitirá compartir aprendizajes legislativos y reforzar conexiones humanas, académicas y culturales que han unido a ambos países durante décadas.
La parte diplomática también tomó protagonismo. El embajador belga Patrick Herman recordó que buena parte de las inversiones de su país en México están ligadas al nuevo Acuerdo Global Modernizado México–Unión Europea. Este acuerdo busca reglas más claras para proteger inversiones, facilitar servicios y abrir sectores como las telecomunicaciones, el transporte, los servicios financieros y el comercio digital. Para la gente de a pie, esto puede representar mejores servicios, mayor competencia y, a la larga, mejores precios y más empleo.
Por el lado mexicano, el embajador Rogelio Granguillhome Morfín celebró la formación del grupo y recordó que la relación con Bélgica se basa en valores compartidos como el respeto al derecho internacional, la cooperación científica, el comercio justo y el desarrollo sostenible. Destacó que Bélgica ya es el sexto socio comercial de México dentro de la Unión Europea, una posición que sigue creciendo.
En conjunto, la instalación del Grupo de Amistad no es solo un acto protocolario; es un mensaje de continuidad y visión a futuro. La diplomacia parlamentaria, cuando se trabaja con seriedad, puede convertirse en una herramienta que facilite inversiones, abra mercados, fortalezca la innovación y conecte a México con oportunidades globales. Y aunque suene lejano, esas decisiones terminan reflejándose en empleo, crecimiento y nuevas opciones para las y los mexicanos.
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