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Más arte en las aulas: la apuesta del PT para cambiar la educación

Por Bruno Cortés

 

En el Congreso no todo gira alrededor de impuestos, elecciones o pleitos partidistas. A veces, las propuestas apuntan a cambios de fondo que buscan transformar la forma en la que crecemos como sociedad. Ese es el caso de la iniciativa presentada por el diputado José Antonio López Ruiz, del Partido del Trabajo, quien puso sobre la mesa una idea sencilla pero poderosa: que las artes dejen de ser un “extra” y se conviertan en un derecho garantizado dentro de la educación básica y media superior.

La propuesta plantea modificar la Ley General de Educación para que quede claro que el Estado y las autoridades educativas tienen la obligación de garantizar que todas las personas puedan disfrutar de los beneficios del desarrollo artístico. No se trata solo de aprender a pintar o tocar un instrumento, sino de reconocer que el arte también educa la mente, las emociones y la forma en la que convivimos con los demás.

En la exposición de motivos, el legislador explica el fondo de esta visión. Enseñar arte, dice, es enseñar a pensar con libertad, a respetar la diversidad y a construir comunidad. Cuando una niña o un joven aprende a crear, interpretar o apreciar una obra artística, también aprende a expresarse, a escuchar y a entender otras realidades. En pocas palabras, el arte no solo forma artistas, forma ciudadanos.

La iniciativa parte de una idea clave: un país que educa desde el arte es un país que apuesta por personas más sensibles, críticas y solidarias. Desde esta lógica, la educación artística no es un lujo, sino una herramienta para fortalecer la creatividad, la empatía y la colaboración, capacidades cada vez más necesarias en un mundo cambiante y con problemas sociales complejos.

El diputado también respalda su propuesta con evidencia. Diversos estudios pedagógicos y científicos, incluidos los de la neurociencia, muestran que la educación artística mejora el aprendizaje, el desarrollo emocional y la capacidad de resolución de problemas. A esto se suma lo que ha señalado la UNESCO: los sistemas educativos que integran las artes registran mayor permanencia escolar, menos conductas violentas y un pensamiento más crítico y creativo entre los estudiantes.

Pero el impacto no se queda en lo individual. López Ruiz destaca que las artes cumplen una función social clave al fortalecer la cohesión comunitaria, promover la convivencia pacífica y ayudar a prevenir la violencia. Además, fomentan el sentido de pertenencia y el reconocimiento de la diversidad cultural, algo especialmente relevante en un país tan plural como México.

Incluso desde la economía, el argumento es contundente. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el sector cultural y creativo aporta una parte importante del Producto Interno Bruto y genera miles de empleos. Invertir en formación artística desde la escuela, plantea el legislador, no solo tiene beneficios sociales y educativos, sino también económicos a mediano y largo plazo.

La iniciativa se alinea con los principios de la Nueva Escuela Mexicana y con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, al proponer que la educación artística sea reconocida de manera explícita como uno de los fines del Sistema Educativo Nacional. El mensaje es claro: formar estudiantes con acceso al arte es apostar por una sociedad más pacífica, creativa y con mayores oportunidades de desarrollo.

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