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Jóvenes toman el Congreso: la FES Acatlán arma su propio Parlamento

Por Bruno Cortés

 

Este viernes, la Cámara de Diputados se transformó en un verdadero laboratorio político: más de cien jóvenes de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la UNAM dejaron los salones de clase para convertirse, por un día, en diputadas y diputados. Fue la cuarta edición del Modelo Legislativo Acatlán, un ejercicio académico que no solo enseña cómo funciona el Congreso, sino que también demuestra que las nuevas generaciones están listas para involucrarse en la toma de decisiones del país.

Desde la tribuna, los universitarios debatieron temas que bien podrían estar hoy en la agenda nacional: acceso a la vivienda digna, medio ambiente, inteligencia artificial, cultura vial, procuración de justicia y derechos laborales. Cada iniciativa fue presentada, discutida y votada, como si se tratara de una sesión real del Pleno. Más allá del protocolo, lo que destacó fue la pasión con la que los jóvenes defendieron sus propuestas.

La juventud no puede seguir esperando su turno. Ya estamos aquí y somos parte del presente”, afirmaron durante su participación. Su mensaje fue claro: la política no es exclusiva de los adultos ni de los partidos; también pertenece a quienes tienen nuevas ideas y la energía para transformar lo que no funciona.

En representación del diputado Gildardo Pérez Gabino, de Movimiento Ciudadano, el doctor en Derecho y egresado de la FES Acatlán, Fernando Rodríguez, reconoció el valor del esfuerzo estudiantil. Aplaudió la disposición del legislador por abrir espacios para los jóvenes y destacó que México necesita su talento, su curiosidad y su inconformidad con lo establecido. “El mayor aprendizaje está en la práctica”, dijo, invitando a las y los universitarios a seguir participando activamente en la vida pública del país.

Este tipo de ejercicios tienen un valor enorme en términos de formación cívica y política pública. Son un puente entre la teoría y la realidad, un espacio donde los estudiantes entienden cómo se construyen las leyes, cómo se negocian las ideas y cómo se pueden transformar los problemas sociales en soluciones legislativas.

Además, el Modelo Legislativo fomenta una visión crítica de la política: los jóvenes no solo aprenden a debatir, sino a escuchar, a construir acuerdos y a entender que el cambio requiere más diálogo que gritos. En tiempos donde la desconfianza hacia la política crece, ver a más de cien universitarios comprometidos con el debate y la propuesta es una bocanada de aire fresco.

El mensaje que dejaron es contundente: la juventud no es el futuro, es el presente, y la política mexicana necesita de su energía, creatividad y compromiso. Ejercicios como el Modelo Legislativo Acatlán demuestran que, con oportunidad y guía, las nuevas generaciones no solo pueden imaginar un mejor país, sino empezar a construirlo desde ahora.

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