Por Bruno Cortés
No todos los días la Cámara de Diputados se convierte en un semillero de ideas frescas y conversaciones reales sobre el futuro del país. Pero eso fue precisamente lo que sucedió en el “Foro Inspira: genialidad, creatividad, ideas y alianzas”. Aunque el nombre suena a evento motivacional, lo cierto es que esta iniciativa —organizada por legisladores de Morena y el Verde Ecologista— abrió un espacio poco común: uno donde políticos, emprendedores, activistas y expertos coincidieron en que hay que ponerse las pilas si México quiere estar a la altura de los grandes desafíos globales.
Ahí, el diputado Jesús Valdés Peña, que preside la Comisión de Economía Social y Fomento al Cooperativismo (sí, esa que casi nunca suena pero que toca temas clave como el apoyo a cooperativas, mipymes y economía local), puso el dedo en la llaga: la tecnología va a una velocidad brutal, y si México no le agarra el ritmo, nos vamos a quedar viendo cómo otros países avanzan mientras nosotros seguimos parchando lo urgente sin planear lo importante.
Y no es solo un asunto de apps y robots. El foro también sirvió para hablar del relanzamiento de la marca “Hecho en México”, que muchos aplauden como una estrategia para levantar la economía desde adentro. “Hay que dejar de importar tanto y apostarle a lo que sabemos hacer”, dijo Valdés Peña, en un tono más de llamado a la acción que de discurso político. Y tiene razón: si logramos atraer inversiones con productos hechos por manos mexicanas, el beneficio no solo es económico, también es social.
Pero no todo quedó en lo económico. La agenda también se enfocó en la coordinación social y los vínculos internacionales. La relación con Estados Unidos, por ejemplo, sigue siendo una papa caliente por los temas migratorios y de seguridad. “Mientras no haya paz en nuestras colonias, difícilmente va a haber desarrollo”, soltó el diputado, haciendo eco a lo que muchos viven en carne propia todos los días.
También hubo voces jóvenes, como la de Jennifer Nathalie González López, diputada local del Edomex, quien tocó un tema que cada vez suena más fuerte: la inteligencia artificial. No se trató de lanzar alertas apocalípticas, sino de plantear cómo usar la tecnología para ser más eficientes y contaminar menos, claro, siempre con ética. En palabras simples: hay que dejar de ver a la IA como un monstruo y empezar a usarla como herramienta, sin perder de vista que quien debe tener el control es el ser humano.
El activista Gustavo Vargas Lugo, que viene del mundo del emprendimiento y la cultura, le dio al clavo cuando dijo que lo importante de estos foros no es el evento en sí, sino lo que pasa después. Porque si estos encuentros no se traducen en becas, convenios, nuevos negocios o simplemente en redes de apoyo, entonces se quedan en buenas intenciones.
También se habló de problemas muy reales que a veces suenan lejanos pero que ya nos están alcanzando: los microplásticos en el mar, el cambio climático, el crecimiento poblacional y la crisis alimentaria. O nos organizamos ya, o lo vamos a pagar todos, fue el mensaje.
Por otro lado, empresarios como César Juárez González insistieron en algo que muchas veces se olvida: los emprendedores y artesanos no necesitan lástima ni discursos, necesitan certificación, capacitación y oportunidades reales para competir en un mercado global. Y eso solo se logra con coordinación entre gobierno, empresas y sociedad.
Y hablando de sociedad, Julissa Abarca y Aide Rivera trajeron a la mesa lo que muchas veces los foros políticos ignoran: la experiencia vivida. Desde el trabajo con exbecarios de programas internacionales hasta los nueve ejes para empoderar a las mujeres mexicanas, sus propuestas apuntaron a algo fundamental: no hay desarrollo sin inclusión, y no hay inclusión sin voluntad.
Finalmente, el activista Francisco Villa Betancourt dejó una reflexión que debería ser ley en el Congreso: “La sociedad civil sabe lo que se tiene que hacer. El problema es que muchas veces los gobiernos no quieren o tienen otras prioridades”. Y tiene razón. Porque si los legisladores realmente escuchan a quienes están trabajando en el campo, en los barrios y en las organizaciones, el país podría avanzar con pasos firmes y no a tropezones.
Así que sí, en medio del ajetreo legislativo y los jaloneos partidistas, el Foro Inspira fue un respiro de aire fresco. Ahora el reto es que no se quede en un bonito evento, sino que realmente se traduzca en políticas públicas que sirvan, que escuchen y que —sobre todo— respondan a las verdaderas necesidades de quienes están allá afuera, haciendo país todos los días.
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