Por Juan Pablo Ojeda
Este jueves se apagó una de las figuras más importantes del empresariado mexicano: Roberto Servitje Sendra, cofundador de Grupo Bimbo, falleció a los 97 años de edad, dejando tras de sí un legado que trascendió la industria panificadora para marcar el rumbo de la empresa más emblemática de México en el sector de alimentos.
La noticia fue dada a conocer por monseñor Francisco Javier Acero, obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, quien en redes sociales recordó al empresario como un hombre profundamente católico, comprometido con los valores humanos y sociales, y un convencido de que la Doctrina Social de la Iglesia debía reflejarse en el actuar de las empresas. “Un abrazo a toda su querida familia y amigos”, escribió.
¿Quién fue Roberto Servitje?
Nacido en la Ciudad de México en 1928, Roberto era hermano de Lorenzo Servitje, otro de los pilares de la empresa. Desde muy joven, con apenas 17 años, Roberto se incorporó a la entonces naciente panificadora Bimbo, primero como supervisor de ventas y luego como responsable del Departamento de Vehículos.
Su visión de negocio pronto lo llevó a expandir horizontes. En 1954 se le encomendó abrir Bimbo Occidente en Guadalajara, donde además de instalar la primera fábrica en esa región, impulsó la apertura de mercados en León y San Luis Potosí.
El impulso académico también fue parte de su camino. En 1969 viajó a Boston para estudiar en la Universidad de Harvard, en el Program Management Development. A su regreso, tomó las riendas como subdirector general, y para 1979 fue nombrado director general del grupo.
Durante su gestión, Grupo Bimbo creció exponencialmente. A inicios de los años 90, cuando ya era presidente ejecutivo, el grupo ya había formado 24 nuevas empresas operadoras, elevando el total a 50, y comenzó su expansión internacional, que hoy posiciona a la marca en más de 30 países.
En 1994 asumió el rol de presidente del Consejo de Administración, cargo que ocupó hasta 2013, cerrando una trayectoria ejemplar dentro de la compañía que ayudó a construir desde sus cimientos.
El legado de Roberto Servitje no solo se mide en fábricas o en marcas icónicas como Bimbo, Marinela o Tía Rosa, sino en su visión humanista, en su ética empresarial y en su compromiso con el desarrollo de México a través del trabajo digno y la innovación.
Hoy, México despide no solo a un empresario, sino a un arquitecto de una de las historias de éxito más importantes del país. Su legado perdura en cada pan que cruza fronteras y en cada generación que encuentra en Bimbo un ejemplo de empresa con rostro humano.
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