Por Bruno Cortés
En un país donde el civismo se nos va quedando arrumbado y las noticias diarias nos muestran ejemplos de todo menos de respeto y honestidad, una propuesta desde el Congreso busca que la escuela no solo enseñe matemáticas y español, sino también valores humanos básicos como la solidaridad, la gratitud, la tolerancia y la honestidad.
El diputado Raymundo Vázquez Conchas, de Morena, propuso una iniciativa para reformar la Ley General de Educación, con un objetivo que suena sencillo pero tiene fondo: que los planes y programas de estudio que imparte el Estado incluyan formalmente la enseñanza de valores éticos y sociales. La idea no es nueva, pero sí necesaria. Y es que, aunque se habla mucho de formar ciudadanos responsables, la verdad es que en los hechos pocas veces se le da un lugar real a los valores en el salón de clases.
La iniciativa plantea agregar una fracción al artículo 30 de la ley, con lo cual se obligaría a que los contenidos escolares promuevan valores como el respeto, la lealtad, la perseverancia, y otros que no se califican con exámenes, pero que sí pesan en la vida real.
Según el legislador, esta reforma no es solo un asunto de buenas intenciones. Tiene que ver con la necesidad de que las futuras generaciones se formen no solo como profesionistas, sino como personas íntegras, capaces de convivir en armonía, tomar decisiones éticas y actuar con empatía en un entorno cada vez más tenso, desigual y polarizado. Porque, aunque no lo parezca, educar en valores también es una política pública.
Vázquez Conchas explica que los valores no nacen de la nada: se aprenden primero en la familia, pero se refuerzan en la escuela y en la sociedad. Por eso, dejar ese tema al azar es perder una oportunidad de moldear una mejor ciudadanía. Si queremos una sociedad más justa, más solidaria y menos violenta, hay que formar esas bases desde la primaria, no esperar a que los adultos las “adquieran” a golpes.
Además, en un momento donde hablar de educación parece reducirse a debates ideológicos o discusiones sobre libros de texto, esta propuesta rescata lo esencial: que enseñar también es formar personas, no solo preparar exámenes.
La iniciativa fue enviada a la Comisión de Educación, donde aún deberá ser discutida y, en su caso, dictaminada. Pero abre una conversación necesaria: ¿qué tipo de mexicanos queremos formar en las aulas? ¿Solo técnicos y profesionistas, o también personas con principios, criterio y empatía?
Porque al final, saber trigonometría está bien. Pero saber respetar, escuchar y convivir con otros es lo que sostiene a una sociedad.
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