Por Juan Pablo Ojeda
Cada 1 de octubre se celebra el Día Internacional del Café, una fecha establecida en 2015 por la Organización Internacional del Café (OIC) para rendir homenaje a una de las bebidas más populares y consumidas del planeta. La celebración busca reconocer el esfuerzo de millones de personas involucradas en la cadena de valor del café, desde los productores hasta los baristas, y promover el comercio justo y la sostenibilidad en la industria cafetera global.
La elección del 1 de octubre no fue casual: coincide con el inicio de la temporada de cosecha en muchos países productores y unifica las distintas efemérides nacionales que existían, como el 29 de septiembre en Estados Unidos y Japón. Esta decisión, tomada durante la Expo de Milán en 2015, permitió dar mayor visibilidad a los caficultores y generar una plataforma global que impulsa campañas de equidad y prácticas éticas en la industria.
Conmemorar esta fecha significa reconocer el impacto económico y cultural del café, un cultivo que sostiene a millones de familias en más de 50 países productores. Además, la celebración crea conciencia sobre los desafíos económicos, sociales y climáticos que enfrenta la cafeticultura y promueve el consumo responsable.
Más allá de su valor económico, el café es una expresión cultural y social, símbolo de encuentro, energía y diversidad de sabores que conecta a consumidores en todo el mundo. Sus beneficios incluyen estimulación y concentración gracias a la cafeína, aporte de antioxidantes que ayudan a reducir riesgos de enfermedades crónicas, y mejora del rendimiento físico, motivo por el que muchos atletas lo consumen antes de entrenamientos o competencias.
Cada 1 de octubre, la OIC y diversas marcas internacionales organizan eventos, campañas y promociones que destacan la importancia de la cafeticultura y apoyan a las comunidades productoras, consolidando así una celebración global que reconoce la relevancia histórica, cultural y económica del café.
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