Por Juan Pablo Ojeda
El Gobierno de México anunció que la próxima semana arrancará la entrega de los créditos a la palabra ApoyArte en la región purépecha, un apoyo directo para casi 5 mil mujeres indígenas de más de 50 comunidades que han vivido en medio de la violencia y la incertidumbre. El programa será operado por Financiera para el Bienestar (FINABIEN) como parte del Plan Michoacán por la Paz y la Justicia, que se activó tras el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo.
La apuesta del gobierno es clara: meterle fuerza al bolsillo y a los proyectos productivos de las mujeres artesanas, quienes para muchas comunidades son un pilar económico y social. Los créditos ApoyArte serán sin intereses, lo que facilita que las beneficiarias inviertan en sus talleres, materiales o procesos de formalización sin el peso de una deuda impagable.
Las entregas se realizarán del 15 al 19 de diciembre en comunidades de Pátzcuaro, Uruapan y Cherán, abarcando a más de medio centenar de localidades. La idea es que las emprendedoras no tengan que desplazarse grandes distancias y que el apoyo llegue de forma directa, sin intermediarios ni gestores que solo complican el camino.
Además del recurso económico, FINABIEN acompañará a las beneficiarias con capacitación constante para fortalecer sus negocios: desde administración básica hasta herramientas para mejorar el valor de sus artesanías, que no solo generan ingresos, sino que mantienen viva la identidad cultural de la región.
El gobierno subrayó que este tipo de programas busca apuntalar la autonomía económica de las mujeres, especialmente en zonas históricamente marginadas, como una forma de reconstruir el tejido social desde adentro y darle estabilidad a las comunidades que han enfrentado episodios de violencia.
FINABIEN también lanzó un mensaje importante para evitar fraudes:
– No aceptar ayuda de personas ajenas.
– La solicitud es personal y totalmente gratuita.
– Compartir datos personales puede poner en riesgo el acceso al crédito.
En resumen, el programa ApoyArte no solo representa un alivio económico, sino una señal de que, incluso en medio de la violencia, hay esfuerzos por apoyar a quienes sostienen la vida comunitaria: las mujeres que transforman con sus manos, su trabajo y su resistencia el día a día en Michoacán.

































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