Por Bruno Cortés
Mientras muchos piensan que la política solo sirve para los pleitos entre partidos, esta semana en San Lázaro se está hablando de algo que a la mayoría nos afecta todos los días y que casi nunca se discute con seriedad: el cuidado.
¿Quién cuida a los niños cuando sus padres trabajan? ¿Quién se hace cargo de las personas mayores, de los enfermos, de quienes no pueden valerse por sí mismos? Si tu respuesta fue “las mujeres”, no estás equivocado… y justo eso es lo que se quiere cambiar. En el Segundo Foro Parlamentario de América Latina y el Caribe, que se realiza en la Cámara de Diputados, el foco está puesto en cómo repartir esas responsabilidades de forma más justa, reconociendo el valor social y económico que tiene cuidar.
La que levantó la voz fue Citlalli Hernández Mora, titular de la Secretaría de las Mujeres, quien recordó que este martes, la presidenta Claudia Sheinbaum encabezará en Palacio Nacional la XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, un evento de alto nivel donde vendrán funcionarias, académicas y representantes de organizaciones civiles de toda la región.
Según Hernández, no se trata solo de discursos bonitos, sino de avanzar en un Sistema Nacional de Cuidados que deje de considerar que cuidar es solo “cosa de mujeres”. Lo que se busca es que el Estado se haga responsable también: con guarderías, centros de atención para personas mayores, horarios laborales flexibles, e incluso apoyos económicos. Porque si tú cuidas, alguien debería cuidarte a ti también.
Y aunque esto suena ambicioso, tiene lógica. Hoy en México, muchas mujeres dejan de estudiar, de trabajar o de buscar crecer profesionalmente porque están a cargo del cuidado en casa. Y eso no solo es injusto, también frena la economía. Si ese trabajo fuera pagado, representaría hasta el 23% del PIB, según algunas estimaciones. Por eso, lo que se discute en este foro no es un tema “de mujeres”, es una cuestión de justicia social y desarrollo para todos.
El mensaje es claro: sin igualdad en el cuidado, no puede haber igualdad en ningún otro aspecto de la vida. Y eso, aunque se esté discutiendo entre micrófonos, curules y trajes formales, tiene un impacto directo en la vida diaria de millones de personas, especialmente de quienes históricamente han cargado con ese trabajo sin salario, sin reconocimiento y sin descanso.
Así que esta semana, San Lázaro no solo es sede de debates políticos: es el epicentro de una conversación urgente que busca cambiar la forma en la que la sociedad se organiza, vive y valora el trabajo que de verdad sostiene al país.
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