Por Juan Pablo Ojeda
El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Omar García Harfuch, advirtió que el Cártel de Sinaloa no está desarticulado y que aún mantiene estructuras criminales operando activamente en México, a pesar de los golpes recientes que ha recibido en Estados Unidos.
Durante la conferencia matutina en Palacio Nacional, Harfuch dejó en claro que la organización criminal sigue viva y dividida en facciones, muchas de las cuales siguen encabezadas por figuras relevantes que aún no han sido capturadas.
“El Cártel de Sinaloa nunca ha tenido un líder único. Siempre ha operado con varias cabezas. Hay ramas como la de Ismael ‘Mayo’ Zambada, la de Joaquín ‘Chapo’ Guzmán, la de sus hijos, también está ‘el Guano’ y ‘Chapo Isidro’. Por eso no puede hablarse de su final”, declaró el titular de la SSPC.
La guerra interna que desangra a Sinaloa
Las declaraciones se dan en un contexto de violencia sin precedentes en Sinaloa, donde más de 1,700 personas han muerto desde septiembre de 2024 por la guerra interna entre facciones del cártel, en especial entre Los Mayos y Los Chapitos.
El conflicto se intensificó luego de las detenciones en julio de 2024 en Estados Unidos de Ismael “Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López, hijo del Chapo. Ambos fueron arrestados en un aeropuerto de Nuevo México y enfrentan cargos por narcotráfico y crimen organizado.
Según García Harfuch, estas capturas han desatado pugnas internas que han mermado algunas células del grupo, pero no han eliminado su capacidad operativa ni su presencia regional.
“Están mermadas ciertas facciones, pero hay líderes delictivos muy importantes que siguen operando y deben ser detenidos”, insistió.
Sheinbaum promete pacificar Sinaloa
Ante el repunte de la violencia, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha prometido pacificar Sinaloa en los próximos meses, enviando fuerzas federales para reforzar los operativos y frenar la expansión del conflicto entre células criminales.
Aunque el Gobierno federal reconoce avances en la lucha contra el narcotráfico, la guerra interna del Cártel de Sinaloa deja claro que el control del territorio sigue siendo un reto mayúsculo para la nueva administración.
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