Por Juan Pablo Ojeda
Dos campañas publicitarias que, en teoría, debían ser inofensivas y hasta simpáticas, hoy están en el centro de un debate candente sobre raza, belleza y genética. Sydney Sweeney, estrella en ascenso de Hollywood, protagoniza el nuevo comercial de American Eagle, mientras que Gavin Casalegno, actor de moda entre el público joven, encabeza la más reciente campaña de Dunkin’. Pero lo que empezó como mercadotecnia cool se convirtió en una bola de nieve que arrastró acusaciones de elitismo genético, racismo y hasta eugenesia.
El spot de Sweeney, titulado “Sydney Sweeney tiene buenos jeans… y los obtuvo de AE”, juega con la pronunciación similar en inglés entre jeans (pantalones de mezclilla) y genes (genética). Lo que parecía un juego de palabras ingenioso, muchos lo leyeron como un mensaje cargado de nostalgia por una supuesta «perfección blanca», donde los rasgos caucásicos —rubia, delgada, de ojos claros— son celebrados como ideales estéticos heredados genéticamente.
En redes sociales, las críticas estallaron. “N A Z I”, escribió una usuaria indignada en Instagram. Otros ironizaron con frases tipo “Make Jeans Great Again”, en alusión al lema de Donald Trump. Mientras tanto, fans de la actriz salieron en su defensa, aplaudiendo que “por fin se vuelve a ver belleza real en la publicidad”.
Pero el fuego creció cuando Dunkin’ lanzó casi al mismo tiempo otro comercial donde Casalegno, en tono casual y sin filtros, dice: “Este bronceado… genética”. Luego revela que su análisis de color lo clasificó como “Golden Summer”, una manera cool de decir que tiene el tono de piel perfecto para el verano. Para algunos fue un simple guiño al estilo TikTok. Para otros, una alarma: ¿las marcas están normalizando discursos elitistas sobre belleza genética?
Las redes no tardaron en reaccionar: “¿Por qué estamos hablando de genética en anuncios de ropa o donas?”, cuestionó un usuario en TikTok. “Esto se siente demasiado cerca del lenguaje de la eugenesia”, añadió otro. La controversia creció tanto que hasta la Casa Blanca se metió: Steven Cheung, director de comunicación, calificó las críticas de “estúpidas” y culpó al “pensamiento liberal retorcido” de todo.
Las dos campañas emergen en un contexto político sensible, donde discursos sobre “pureza” o “mérito genético” pueden encender pasiones en ambos bandos del espectro político, especialmente en un Estados Unidos aún dividido tras las políticas antimigrantes del expresidente Donald Trump. ¿Fue torpeza de las marcas o un guiño intencional? ¿Humor sin filtros o una regresión cultural con tintes preocupantes?
Lo cierto es que hoy, más que nunca, el marketing ya no es solo sobre productos: es sobre qué valores representan. Y en una era donde la estética y el algoritmo dictan tendencias, un eslogan mal planteado puede convertirse en un campo de batalla cultural.
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