Por Bruno Cortés
En la Cámara de Diputados ya empezó el ritual político más importante del año: la llegada del Paquete Económico 2026, ese enorme documento donde el gobierno dice cuánto dinero planea recaudar, en qué lo va a gastar y cómo piensa cuadrar las cuentas del país. La presidenta de la Mesa Directiva, Kenia López Rabadán, fue la encargada de anunciarlo formalmente y de turnarlo a las comisiones que tienen la tarea de revisarlo con lupa.
Este paquete no es cualquier cosa. Ahí vienen varios proyectos de ley que afectan directo al bolsillo de todos: la Ley de Ingresos, que define cuánto piensa recaudar el gobierno con impuestos; el Presupuesto de Egresos, que dice en qué se gastará cada peso; además de cambios a la Ley Federal de Derechos, al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) y al Código Fiscal de la Federación, que son las reglas que marcan desde cuánto pagamos de gasolina hasta los trámites con el SAT.
También se entregaron los Criterios Generales de Política Económica, que funcionan como el mapa de ruta con el que Hacienda justifica sus cálculos de crecimiento, inflación, tipo de cambio y precio del petróleo. En palabras más simples: es el pronóstico con el que el gobierno arma todo su plan de finanzas públicas.
No menos importante, se incluyó el informe sobre el uso de las facultades en materia arancelaria (básicamente, los impuestos al comercio exterior), y la propuesta de Zonas de Atención Prioritaria 2026, que define qué regiones del país requieren más apoyos porque tienen mayores carencias sociales.
Ahora todo este paquete se va a las comisiones de Presupuesto y Cuenta Pública y de Hacienda y Crédito Público, que deberán analizar, discutir y después dictaminar cada parte. Ahí es donde de verdad empieza la pelea política: la oposición reclamando recortes en salud, seguridad o campo, y el oficialismo defendiendo los proyectos estrella del gobierno.
Cada septiembre, este trámite abre la temporada de debates más intensos en San Lázaro. No es exageración decir que de estas discusiones depende la vida cotidiana de millones de mexicanos: desde el precio de la gasolina, el presupuesto de las escuelas, la compra de medicinas o los apoyos sociales, hasta la obra pública que se construye en cada estado.
Así que ya está sobre la mesa el paquete que definirá la economía del país en 2026. Lo que sigue serán semanas de jaloneos, discursos encendidos y negociaciones en los pasillos del Congreso. Porque al final, el dinero es el verdadero lenguaje de la política.
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