Por Juan Pablo Ojeda
A trece días de que termine el año, el balance es contundente y alarmante: 2025 ya se ubica como el segundo año más mortífero para los periodistas en lo que va del siglo, solo superado por 2024. Así lo advirtió la Campaña Emblema de Prensa, una organización civil dedicada a la protección de periodistas en contextos de conflicto armado.
De acuerdo con su reporte, al menos 161 periodistas fueron asesinados en 31 países durante este año. Dos de cada tres murieron en medio de conflictos armados, una cifra apenas por debajo de los 179 comunicadores asesinados en 2024. El foco rojo volvió a encenderse en la Franja de Gaza, donde se registraron al menos 60 muertes, en su mayoría provocadas por ataques israelíes.
Desde el inicio de la ofensiva en Gaza, el 7 de octubre de 2023, al menos 221 periodistas palestinos han perdido la vida, lo que convierte a este conflicto en el más mortífero para la prensa desde la Segunda Guerra Mundial, según Blaise Lempen, presidente de la PEC. El activista exigió investigaciones exhaustivas para esclarecer los hechos y sancionar posibles crímenes de guerra, además de denunciar que los periodistas internacionales siguen sin acceso al territorio.
Oriente Medio se consolidó como la región más peligrosa para ejercer el periodismo, con 87 muertes, incluyendo casos en Yemen, Irán, Siria, Irak, Líbano y Arabia Saudita. América Latina ocupó el segundo lugar, con 25 periodistas asesinados. México destacó de manera negativa con nueve casos, colocándose como el tercer país más mortífero del mundo para la prensa, en gran parte por la violencia ligada al crimen organizado.
El recuento también incluye muertes en Ucrania, Asia, África y Europa, además de dos periodistas estadounidenses. En el caso ucraniano, organizaciones locales advierten que, al sumar a comunicadores que murieron combatiendo, la cifra total desde 2022 podría superar los 120.
Para la Campaña Emblema de Prensa, el factor común detrás de esta tragedia es la impunidad. La falta de investigaciones serias y de procesos judiciales independientes, sumada al rechazo sistemático de solicitudes de asilo para periodistas perseguidos, ha creado un escenario cada vez más hostil para quienes ejercen el derecho a informar.
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