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Recuperación activa: el tipo de descanso que previene el burnout

En la discusión sobre salud laboral y bienestar, especialistas en neurociencia y psicología organizacional advierten que el descanso pasivo —como permanecer horas frente al celular o ver contenido digital sin pausa— no es suficiente para prevenir el burnout. El concepto de recuperación activa ha tomado relevancia al describir actividades intencionales que ayudan al organismo a restaurar sus recursos cognitivos y emocionales. En centros urbanos como la Ciudad de México, donde el ritmo acelerado y la hiperconexión son constantes, este enfoque se vuelve particularmente relevante.

La recuperación activa parte de la teoría de la conservación de recursos, que sostiene que las personas requieren acciones específicas para reponer la energía que gastan durante la jornada laboral. Esto significa que no basta con “no trabajar”; es necesario realizar actividades que disminuyan la carga sensorial, emocional y mental. Estudios de salud pública indican que el uso prolongado de redes sociales mantiene activas áreas cerebrales asociadas con recompensa inmediata, comparación social y alerta constante, lo que puede aumentar la fatiga incluso durante el tiempo libre.

Especialistas en descanso señalan que existen distintos tipos de recuperación que suelen pasarse por alto. El descanso sensorial incluye alejarse de estímulos como ruido, luces intensas o pantallas. El descanso emocional implica convivir con personas con quienes no se requiere esfuerzo para “aparentar” estabilidad. El descanso creativo se asocia con actividades que permiten disfrutar de experiencias artísticas sin analizarlas ni producir resultados. El descanso físico, por su parte, no se limita a dormir: también incluye movimientos suaves como caminar, estirarse o practicar respiración profunda.

La evidencia científica sobre sueño indica que entre siete y ocho horas de descanso nocturno contribuyen a mejorar el funcionamiento cognitivo, la regulación de emociones y la capacidad de concentración. Cuando el sueño es insuficiente, las estrategias de recuperación durante el día pierden efectividad. En la CDMX, donde las jornadas extendidas y los traslados largos afectan la calidad del descanso, la recuperación activa toma un papel central para prevenir el agotamiento laboral.

Actividades como caminar en espacios verdes, cocinar de manera pausada, practicar mindfulness o involucrarse en pasatiempos manuales ayudan a cambiar de canal neuronal, desconectando temporalmente los circuitos cerebrales relacionados con análisis y resolución de problemas. Instituciones de salud mental recomiendan incorporar estas prácticas como parte de la rutina diaria, incluso en lapsos breves. La intención es generar “micro-recuperaciones” que prevengan la acumulación de estrés.

La recuperación activa también se vincula con la regulación del sistema nervioso. Al disminuir la entrada de estímulos y favorecer actividades de ritmo lento, el cuerpo transita hacia un estado fisiológico de calma que contrarresta la activación sostenida provocada por el trabajo, el tráfico y la vida digital. Este cambio reduce los niveles de cortisol y favorece la sensación de energía renovada.

En oficinas, espacios híbridos y trabajos remotos, expertos recomiendan integrar pausas breves de descanso a lo largo del día, alejándose temporalmente de pantallas y notificaciones. En la capital mexicana, donde los espacios reducidos y la convivencia con múltiples dispositivos digitales complican estas prácticas, se sugiere diseñar rutinas accesibles: salir a caminar unos minutos, tomar aire fresco, estirarse o simplemente cerrar los ojos unos segundos para disminuir la sobrecarga sensorial.

La recuperación activa también tiene implicaciones en la productividad. Informes de organizaciones de trabajo saludable señalan que las personas que integran descansos intencionales presentan menor fatiga, mayor capacidad de resolución de problemas y mejor estabilidad emocional. Estos beneficios reducen el riesgo de errores y contribuyen a un desempeño sostenido a lo largo del tiempo.

Finalmente, la prevención del burnout requiere entender que el descanso no es únicamente la ausencia de actividad. Es un proceso biológico complejo que involucra ciclos continuos de gasto y recuperación. En una ciudad que funciona a gran velocidad, adoptar la recuperación activa permite construir hábitos más saludables, mantener el equilibrio mental y reducir el impacto del estrés acumulado en la vida diaria.

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