En entornos laborales cada vez más acelerados, la incapacidad de establecer límites personales se ha convertido en un factor decisivo en el aumento del burnout. Especialistas en salud mental señalan que no es solo la carga de trabajo lo que empuja a las personas al desgaste, sino la dificultad para rechazar tareas, compromisos o responsabilidades que exceden su capacidad real. En la Ciudad de México y otras zonas urbanas, este fenómeno se intensifica por las jornadas extendidas, la hiperconectividad y la presión social por “cumplir siempre”.
El tema del llamado “no estratégico” ha cobrado relevancia al ser reconocido como una herramienta de prevención del agotamiento profesional. La asertividad, entendida como la capacidad de comunicar necesidades y límites sin agresión, se posiciona como una habilidad fundamental para el equilibrio emocional. Instituciones dedicadas a la salud laboral reportan que las personas con tendencias perfeccionistas o con una fuerte necesidad de aprobación suelen ser más vulnerables al desgaste, pues dicen “sí” incluso cuando carecen de tiempo, energía o recursos.
Diversos estudios en psicología laboral han documentado que el perfeccionismo se asocia con mayores niveles de estrés, ansiedad y autocrítica, elementos que contribuyen directamente al burnout. En este perfil influyen creencias arraigadas sobre productividad, éxito y valor personal. Para muchas personas, especialmente en sectores altamente competitivos, decir “no” puede interpretarse como falta de compromiso, lo que dificulta poner límites incluso en tareas que no son prioritarias.
La fatiga por dispersión —concepto utilizado en investigaciones sobre desempeño cognitivo— describe el desgaste que ocurre al intentar atender múltiples tareas simultáneas con altos estándares de precisión. Cuando una persona asume compromisos de manera automática, sin evaluar su relevancia, aumenta el riesgo de saturación mental. Esto se observa con frecuencia en oficinas, proyectos freelance y trabajos híbridos, donde las líneas entre lo urgente y lo importante no siempre están claras, y donde el celular y los chats laborales extienden las horas de disponibilidad.
Organismos internacionales han comenzado a analizar el impacto del perfeccionismo en la salud laboral. Informes recientes señalan que el perfeccionismo orientado hacia los demás —la necesidad de cumplir expectativas externas— se ha incrementado en población joven, especialmente en centros urbanos. Este patrón se relaciona con la sobrecarga emocional generada por la búsqueda continua de aprobación, tanto en el trabajo como en entornos sociales.

La gestión de expectativas se presenta como un elemento central para prevenir el agotamiento. Según especialistas en comportamiento organizacional, aprender a diferenciar entre tareas críticas y tareas accesorias permite distribuir la energía mental de manera más eficiente. Para actividades de baja relevancia, se sugiere adoptar una lógica de “suficientemente bueno”, un enfoque que reduce la presión autoimpuesta y permite priorizar proyectos de impacto real.
En la práctica, el “no” estratégico implica comunicar límites con claridad: definir horarios de respuesta, establecer alcance de tareas y señalar cuando una carga adicional afecta la calidad del trabajo. En la CDMX, donde muchas oficinas operan bajo dinámicas de rapidez constante, estas conversaciones suelen posponerse por temor a generar malestar. Sin embargo, organizaciones públicas y privadas que han integrado capacitaciones en asertividad reportan mejoras en el clima laboral, disminución de conflictos y mayor bienestar entre las personas trabajadoras.
El aprendizaje del “no” también se vincula con la prevención de conflictos internos como el resentimiento y la sensación de explotación. Estudios sobre salud emocional indican que aceptar tareas sin voluntad genuina incrementa la frustración, lo que a largo plazo deteriora el compromiso laboral. Al comunicar límites de forma oportuna, se reduce la carga invisible que acompaña la sobreexigencia y se envía una señal clara sobre las condiciones necesarias para un desempeño sostenible.
Especialistas recomiendan prácticas concretas para fortalecer la asertividad: analizar antes de responder, solicitar tiempo para evaluar nuevas tareas, proponer alternativas cuando sea posible y comunicar motivos de manera breve y profesional. Estas acciones permiten equilibrar la carga semanal y evitar la acumulación de compromisos que terminan por exceder las capacidades personales.
En una ciudad con ritmos tan intensos como la capital mexicana, la adopción del “no” estratégico se vuelve una herramienta indispensable para proteger la salud mental. Más allá de técnicas de productividad, se trata de un ejercicio de autocuidado que redefine la relación entre las personas y su entorno laboral, garantizando espacios reales de descanso y un uso consciente de la energía disponible.





















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