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Confianza mexicana impulsa estabilidad pese a la volatilidad: señala especialista.

México cerrará 2025 con indicadores de confianza del consumidor y confianza empresarial superiores a los registrados al inicio del año, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). El comportamiento, que contrasta con la volatilidad económica internacional, ha sido interpretado por analistas como una señal de la resiliencia social del país, un factor que influye directamente en consumo, inversión y estabilidad financiera.

El Indicador de Confianza del Consumidor mostró avances moderados pero sostenidos en cuatro de sus cinco componentes, especialmente en la expectativa económica a 12 meses. A su vez, el INEGI y el Banco de México reportaron estabilidad en los niveles de confianza empresarial en los sectores manufacturero, comercial y de la construcción, pese a presiones derivadas de tasas de interés elevadas, conflictos internacionales y la anticipada revisión del TMEC programada para 2026.

La economía mexicana ha sorteado durante el año diversos choques externos: tensiones en Medio Oriente que afectaron precios energéticos, episodios de volatilidad cambiaria vinculados a anuncios de la Reserva Federal de Estados Unidos y ajustes en cadenas de suministro globales. Sin embargo, México mantuvo estabilidad macroeconómica, disciplina fiscal y un sistema financiero sólido, factores que contribuyeron a amortiguar los efectos adversos.

El empresario financiero Manuel Herrejón Suárez, especialista en mercado cambiario, señaló que la confianza social ha funcionado como un “activo invisible” que sostiene el desempeño económico. “Cuando observamos que el consumo interno se mantiene, que la gente sigue adaptándose y que la actividad económica no se detiene, estamos viendo un fenómeno de resiliencia que no aparece en los reportes financieros, pero que influye directamente en ellos”, explicó.

Herrejón Suárez destacó que, a pesar de la inflación persistente en servicios esenciales —como vivienda, salud y educación— el peso mexicano logró estabilidad en distintos periodos del año, apoyado por flujos comerciales sólidos y por las oportunidades generadas por el nearshoring. “Este comportamiento no es casualidad; refleja que la población y las empresas siguen tomando decisiones económicas incluso en escenarios complejos”, afirmó.

Advirtió, además, que la confianza social, aunque positiva, debe transformarse en fortaleza económica estructural. Señaló que México enfrenta un 2026 decisivo debido a la renegociación del TMEC, la integración acelerada de nuevas tecnologías y la necesidad de incrementar la productividad laboral. “La resiliencia es valiosa, pero necesita dirección. El país debe aprovechar este impulso social para fortalecer su competitividad y consolidar un marco económico estable a largo plazo”, añadió.

De acuerdo con analistas consultados, la confianza del consumidor y la confianza empresarial serán indicadores clave durante el primer trimestre del próximo año, ya que reflejarán la capacidad de los hogares y las empresas para sostener actividad económica en medio de cambios regulatorios y globales.

Manuel Herrejón concluyó que la estabilidad mostrada por México durante 2025 “no solo pertenece al gobierno ni a los mercados, sino a la sociedad que continúa operando y reorganizándose”. Destacó que la resiliencia colectiva es uno de los factores diferenciadores del país frente a otras economías emergentes.

Con la transición hacia 2026, diversos especialistas coinciden en que México deberá convertir esa confianza social en estrategia económica, especialmente para enfrentar negociaciones comerciales, transformaciones tecnológicas y desafíos de productividad que marcarán la próxima década.

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