A unos días de que se revelaran los precios oficiales de los boletos para el Mundial de Futbol 2026, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo fue consultada sobre el alto costo de las entradas y las críticas de los aficionados por su falta de accesibilidad. La mandataria subrayó que el Gobierno de México no tiene control sobre los precios, ya que estos son determinados exclusivamente por la FIFA, organismo rector del futbol mundial.
“Nosotros no fijamos los precios, eso lo hace la FIFA”, respondió Sheinbaum durante una conferencia matutina reciente, al ser cuestionada sobre si el gobierno intervendría ante los costos considerados “excesivos” por gran parte de la población.
De acuerdo con los rangos divulgados, los boletos para los partidos del Mundial que se jugarán en México —en las sedes de Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey— oscilarán entre $1,100 y $1,600 pesos en la fase de grupos para las categorías más económicas. Sin embargo, los precios pueden elevarse hasta $33,000 pesos en encuentros de mayor demanda e incluso rebasar los $117,000 pesos en asientos premium o de hospitalidad.
Esta disparidad ha provocado una ola de críticas en redes sociales, donde aficionados y especialistas han señalado que los precios son inaccesibles para la mayoría de los trabajadores mexicanos, cuyos ingresos promedio rondan los $8,500 pesos mensuales, según cifras del INEGI.
Pese a que el torneo ha sido anunciado como “el Mundial más incluyente de la historia”, muchos consideran que su costo contradice esa narrativa, al limitar el acceso a los sectores con mayor poder adquisitivo. Usuarios han expresado que asistir a un partido del Mundial será “un lujo reservado para pocos”.
El Comité Organizador Local ha intentado mitigar la polémica argumentando que se implementarán actividades gratuitas y zonas de aficionados en espacios públicos, donde se proyectarán los partidos en pantallas gigantes y se ofrecerán eventos culturales y deportivos sin costo.
No obstante, la inconformidad persiste. Economistas y analistas del deporte han señalado que los precios reflejan una desigualdad estructural y una estrategia de mercado que prioriza el ingreso económico de la FIFA sobre el acceso ciudadano.
“Hablar de inclusión mientras los boletos cuestan más que un salario mensual es una contradicción evidente”, opinó un especialista en economía del deporte de la UNAM, quien recordó que este fenómeno se ha repetido en otros mundiales, donde la asistencia local fue mínima debido al costo de las entradas.
En medio de la expectativa por el regreso del Mundial a territorio mexicano, el debate entre la inclusión y la exclusividad comercial sigue abierto. Mientras la FIFA defiende su modelo global de precios, miles de aficionados esperan que se abran programas de acceso subsidiado o sorteos que permitan a más personas disfrutar en vivo del evento más importante del futbol mundial.



































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