El acoso sufrido por la Presidenta Claudia Sheinbaum durante un recorrido en el Centro Histórico de la Ciudad de México fue reportado como un hecho real por autoridades, testigos y registros en video, de acuerdo con información proporcionada por la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ-CDMX). El incidente ocurrió cuando un hombre se acercó, la tocó de forma inapropiada e intentó besarla en la vía pública.
El agresor fue identificado como Uriel Rivera, quien, de acuerdo con el parte policial, se encontraba bajo los efectos del alcohol u otras sustancias. Un funcionario presente intervino de inmediato, separó al individuo y permitió que fuera asegurado y trasladado ante la Fiscalía de Investigación de Delitos Sexuales, instancia que inició la carpeta correspondiente.
La propia Presidenta presentó una denuncia formal, destacando la importancia de no minimizar este tipo de agresiones, que forman parte de la violencia cotidiana que enfrentan las mujeres en entornos públicos. “Esto no es anecdótico. Es una realidad que viven millones de mujeres en el país”, señaló en un mensaje posterior.
Sin embargo, la reacción en redes y en algunos sectores de la oposición abrió un debate paralelo. Figuras como el empresario Ricardo Salinas Pliego y el dirigente del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, aseguraron que el episodio fue un “montaje”, acusando que la difusión del hecho podría tener fines políticos. Estas versiones no han sido respaldadas con pruebas, pero han encontrado eco en grupos críticos al gobierno federal.
Al respecto, la FGJ-CDMX y la Secretaría de Gobernación reiteraron que el procedimiento se llevó a cabo conforme al protocolo legal aplicable y que existe una denuncia formal en curso, así como testimonios presenciales y grabaciones que confirman el incidente.
Diversos analistas han señalado que este caso trasciende el debate político, pues se inserta en la discusión nacional sobre la necesidad de tipificar el acoso callejero como delito penal en todas las entidades del país. Según datos de la Secretaría de las Mujeres (SeMujeres), la mayoría de víctimas de acoso en espacios públicos no denuncia por considerar que la autoridad no actuará o que se trata de “un incidente menor”.
Organizaciones feministas han respaldado la denuncia, señalando que descalificar el testimonio de la víctima, incluso tratándose de una figura pública como la Presidenta, contribuye a la cultura de la revictimización y al silenciamiento de mujeres que sufren agresiones similares.
El episodio, por tanto, expone dos dimensiones: por un lado, la necesidad de reforzar la respuesta institucional y legal ante la violencia contra las mujeres; por el otro, la forma en que la disputa política y mediática puede distorsionar hechos comprobados y complejizar la percepción pública.
En Redes Sociales
En plataformas como X (antes Twitter), TikTok y Facebook, el caso se polarizó con rapidez.
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Narrativa oficial: se centra en visibilizar la violencia de género y respaldar la denuncia, acompañada del hashtag #NoEsMontaje.
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Narrativa crítica: se articula en torno a la idea de una “cortina de humo” y utiliza etiquetas como #Actuación o #ShowPolítico, compartidas principalmente por cuentas asociadas a oposición partidista y grupos de opinión influenciados por líderes digitales conservadores.
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Tendencia neutral: destaca la necesidad de verificar fuentes, promover información contrastada y evitar desinformación, aunque tiene menor alcance orgánico.
El análisis muestra que la conversación digital no gira en torno a la condena del acoso, sino a la disputa narrativa, lo que evidencia la creciente instrumentalización política de la violencia contra las mujeres en redes.



































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