Cuando el aire se enfría y los árboles comienzan a soltar sus hojas, llega el momento de renovar la paleta del guardarropa. Esta temporada, el terracota y el mostaza emergen como los colores que pueden cambiar el ánimo de la ciudad. Con ellos puedes construir outfits que vibren con calidez y contraste, lejos del gris monótono del concreto.
Estos tonos terrosos no son nuevos en las pasarelas, pero su presencia se vuelve más notoria ahora. La moda otoño-invierno 2025 los posiciona como “tonalidades cálidas necesarias”, capaces de aportar luminosidad y energía sin perder sobriedad. El mostaza se reinventa como un aliado suave, elegante y con carácter, mientras el terracota toma fuerza para sustituir al tradicional café o beige de siempre.
En la Ciudad de México este cambio cromático se siente incluso en la calle. De pronto comienzas a ver gabardinas, suéteres y bufandas teñidas de amarillo profundo o de un rojizo suave que recuerda hojas secas. Combinados con denim oscuro, cuero negro o tonos neutros apagados, estos colores se convierten en acentos que destacan sin sobresaturar.
Para quien busca un look balanceado, la clave está en apostar por una prenda fuerte —como un abrigo terracota— y moderar con piezas neutras en la parte inferior. O bien, usar el mostaza en accesorios: sombreros, bolsas, bufandas o calcetas. Esa dosis mínima de intensidad puede transformar un conjunto sencillo en algo con personalidad visual.
Diseñadores mexicanos ya incluyen estas gamas en sus colecciones urbanas. Algunas marcas aprovechan telas locales y tonos naturales para lograr mezclas que resuenan con la identidad del entorno. Así, el cambio no es solo estético, también busca conectar con lo autóctono y lo cotidiano.
Desde el punto de vista psicológico, los colores cálidos activan sensaciones de acogida, cercanía y confort. En una ciudad muchas veces fría o gris —por la arquitectura o el clima— vestir tonalidades como terracota y mostaza aporta una sensación de calor emocional, tanto para quien los lleva como para quienes lo observan.
Pero el uso de estos colores implica atención técnica: que la tela no transparente o destiña, que la combinación no resulte recargada y que el tono se adapte al tono de piel. Por eso muchas propuestas combinan estos colores con tejidos gruesos, texturas tejidas o mezclas de materiales que ayuden a moderar su impacto.
Para quienes están listos para renovar su armario, la recomendación es comenzar con piezas simples en estos tonos —una camiseta, un chaleco o una bufanda— y luego ir incorporando prendas clave. Al final, la paleta otoñal viaja contigo entre camiones, banquetas y puestas de sol.
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