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Naturaleza adentro: el diseño biófilo domina hogares 2025

Este 16 de octubre de 2025 marca un punto clave: el diseño biófilo irrumpe con fuerza en hogares mexicanos, especialmente en ciudades como Ciudad de México, donde la necesidad de conexión natural se vuelve urgente frente a la densidad urbana. Lo que antes era recurso de nicho ahora ocupa vitrinas digitales y videos virales: espacios interiores que dialogan con el exterior, plantados, iluminados y oxigenados, sin convertirse en junglas domésticas.

El porqué del auge es claro. En un entorno donde pasamos más del 90 % de nuestro tiempo dentro de edificios, existe un déficit de estímulos naturales. Incorporar vegetación, ventilación cruzada y luz natural no solo produce una estética reconfortante, sino beneficios biológicos comprobados: menor estrés, mejor atención, reducción de presión arterial y mejoría en bienestar psicológico.

En interiores chilangos ya se observa la tendencia: salas con ficus altos al lado de ventanales amplios, patios interiores que filtran luz hacia recámaras, corredores con plantas colgantes y esquemas vegetales curados en lugar de exceso de follaje. No es saturación, es precisión vegetal. Se trata de presencia con intención.

Un elemento recurrente en proyectos emergentes es la planta escultural: especies como monstera, filodendros grandes o dracaenas que funcionan como “piezas vivas”. Se colocan en puntos focales donde su volumen dialoga con techos, marcos de ventana o mobiliario. Acompañadas de iluminación dirigida, se vuelven protagonistas, no simple adorno.

La luz natural es otra aliada. Arquitectos están diseñando tragaluces, ventanales operables, solapas móviles y puertas corredizas que permiten expandir visualmente hacia balcones o jardines. Esa idea de “casa que respira” se vuelve literal: se busca que el espacio interior tenga un flujo de aire vivo, que no se estanque.

Los materiales también juegan su parte. Madera en tonos claros, piedra pulida, fibras naturales, arcilla y barro crudo entran con fuerza como texturas que remiten al mundo natural. En 2025 ya no basta con “madera bonita”: se exige que sea visible su veta, que tenga imperfecciones naturales, que cuente su origen y que dialoguen con el entorno local.

Diseñadores chilangos pudieran mencionar que el reto principal es evitar el efecto “inhóspito selvático”. Por eso prefieren vegetación medida, líneas orgánicas y zonas libres de planta para que el espacio respire. No se trata de tapizar de verde, sino de integrar naturaleza como estructura emocional del espacio.

Para quien desea adoptar el estilo biófilo, algunos consejos prácticos: empezar por una planta llamativa en un rincón luminoso, incorporar ventilación cruzada –abriendo ventanas opuestas–, usar luz indirecta cálida, texturas naturales en mobiliario y tela y mantener una paleta de colores neutros con acentos verdes. También es útil consultar especies locales que requieren poco mantenimiento y buen rendimiento en interiores.

Al cerrar, este giro decorativo no es mera moda efímera, sino respuesta a una necesidad esencial: recuperar una relación con la naturaleza que la vida urbana había fragmentado. En 2025, los hogares ya no sólo se visten: respiran, laten y sienten.

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