Lo que ocurrió este sábado en Durango no puede ni debe pasar desapercibido. Durante una transmisión en vivo por Facebook Live, la reportera Susana Blanco, del diario Contacto Hoy, fue intimidada y desacreditada públicamente por el director de Comunicación Social del gobierno estatal, Víctor Hernández Fuentes. Sí, un funcionario público usando su posición de poder para frenar el trabajo periodístico… y hacerlo a plena vista.
La escena fue clara: en lugar de dar declaraciones o atender cuestionamientos, el funcionario obstruyó la labor informativa, descalificó a la periodista y buscó silenciarla mientras ella cumplía con su deber. Y todo eso, en una transmisión en vivo. No es un malentendido, no es una interpretación ambigua: es violencia directa contra la libertad de prensa, cometida desde una oficina del propio gobierno.
Este tipo de ataques no solo afectan a la persona agredida. Cuando se agrede a una periodista, se atenta contra el derecho de toda la sociedad a estar informada. No importa el color del gobierno ni la línea editorial del medio: cualquier acto que busque callar, intimidar o censurar a la prensa es una amenaza directa a la democracia.
La reportera no se dejó amedrentar. Continuó su labor y dejó en evidencia que el problema no es solo personal, sino estructural: cuando un funcionario público se siente con la autoridad de silenciar a la prensa, algo está profundamente mal en el ejercicio del poder.
Este hecho pone a prueba a todas las organizaciones de periodistas, tanto locales como nacionales, a los organismos de derechos humanos, a los colectivos feministas, y a los medios de comunicación en general. No es momento de guardar silencio. Es momento de exigir respuestas, sanciones y garantías reales para el ejercicio del periodismo en el estado.
La agresión contra Susana Blanco debe encender las alarmas. México ya es, lamentablemente, uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo. Y cuando este tipo de ataques vienen desde el aparato oficial, el riesgo se multiplica.
Desde este espacio, va la solidaridad con Contacto Hoy y con la reportera Susana Blanco. También va un llamado claro: la libertad de expresión no se negocia. Y ante la intimidación desde el poder, el periodismo tiene que responder con más firmeza que nunca.
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