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Cae en Monterrey sobrino de Osiel Cárdenas, ligado al Cártel del Golfo

Por Juan Pablo Ojeda

 

La detención de Mario Alberto Cárdenas Medina, conocido como “El Beto”, “El Betito” o “El Betillo”, volvió a colocar el reflector sobre una de las familias más emblemáticas del crimen organizado en México. La noche del domingo, en una de las avenidas más transitadas de Monterrey, la Policía Estatal de Nuevo León lo capturó durante un operativo que, aunque discreto, tiene un peso simbólico importante en el combate a los grupos criminales.

De acuerdo con el Registro Nacional de Detenciones, el arresto ocurrió el 21 de diciembre de 2025, poco después de las siete de la noche, sobre la avenida Lázaro Cárdenas, una zona comercial y de alta movilidad. Cárdenas Medina, sobrino directo de Osiel Cárdenas Guillén, exlíder del Cártel del Golfo, fue detenido junto a otros dos hombres. Durante la acción se aseguraron armas de fuego, aunque hasta ahora las autoridades no han detallado cuántas ni de qué tipo.

Tras su captura, “El Betito” fue trasladado a instalaciones de la Fiscalía General de la República en Nuevo León. El silencio oficial sobre la identidad de los otros detenidos y el armamento incautado refleja una constante en este tipo de operativos: la información se dosifica mientras avanzan las investigaciones.

El nombre de Cárdenas Medina no es nuevo para las autoridades. Originario de Tamaulipas, es hijo de Mario Cárdenas Guillén, “El M1”, una de las figuras clave del Cártel del Golfo tras la muerte de “Tony Tormenta”. A lo largo de los años, “El Betito” ha sido señalado como generador de violencia y como parte de la estructura operativa del grupo criminal, con vínculos familiares que lo conectan directamente con distintas facciones del cártel.

Su historial incluye detenciones previas, procesos judiciales y seguimientos tanto de autoridades mexicanas como estadounidenses. En 2019 fue arrestado en una plaza comercial del Estado de México con un arma, cartuchos, drogas y teléfonos celulares, luego de que la FGR interviniera sus comunicaciones por presuntos delitos como secuestro, tráfico de migrantes, armas y drogas. Antes, en 2009, ya había enfrentado cargos por delincuencia organizada, aunque recuperó su libertad por irregularidades en su detención.

Incluso agencias estadounidenses como la ATF lo identificaron como una de las cabezas del Cártel del Golfo, atribuyéndole funciones de supervisión y dirección, siguiendo la línea criminal de su padre. Sin embargo, en 2022 fue absuelto por un juez federal al considerar que existía duda razonable sobre las pruebas en su contra, un episodio que alimentó la percepción de impunidad en casos de alto perfil.

La captura de “El Betito” ocurre además en un contexto donde otros miembros de la familia Cárdenas han sido detenidos recientemente, como Ezequiel Cárdenas Rivera, “Tormenta Junior”, trasladado al penal del Altiplano. Para el gobierno, estos golpes buscan debilitar estructuras históricas del crimen organizado; para la opinión pública, son recordatorios de que los viejos apellidos del narcotráfico siguen apareciendo, una y otra vez, en los expedientes de seguridad.

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