Por Juan Pablo Ojeda
Desde muy temprano, la Ciudad de México volvió a mostrar su doble cara: por un lado, el ir y venir cotidiano de millones de personas rumbo al trabajo o la escuela; por el otro, las marchas y concentraciones que, como casi todos los días, se hicieron sentir en las principales vialidades de la capital.
El tráfico comenzó a complicarse desde las primeras horas de la mañana en arterias clave. En el oriente y el centro de la ciudad, avenidas como Calzada Ignacio Zaragoza, Eje Central, Paseo de la Reforma e Insurgentes registraron carga vehicular constante, con avances lentos y paradas intermitentes. La combinación de alta afluencia de autos, transporte público saturado y algunos cierres parciales convirtió trayectos cortos en recorridos eternos.
A este panorama se sumaron varias movilizaciones sociales. Grupos de trabajadores, estudiantes y organizaciones civiles salieron a las calles para manifestar distintas demandas, principalmente en zonas cercanas al Centro Histórico y a dependencias federales. Las concentraciones generaron cierres temporales y desvíos que impactaron directamente la circulación en avenidas como Juárez, 5 de Mayo, Bucareli y algunos tramos de Circuito Interior.
En el sur de la ciudad, el tráfico también se vio afectado por marchas de menor tamaño, pero estratégicamente ubicadas, lo que provocó embotellamientos en avenidas como Tlalpan y División del Norte. Automovilistas y usuarios del transporte público tuvieron que armarse de paciencia, mientras algunos optaron por rutas alternas o simplemente por esperar a que el caos disminuyera.
Autoridades de tránsito desplegaron operativos para agilizar la circulación y orientar a los conductores, aunque en varios puntos la capacidad de respuesta fue limitada frente al volumen de autos y la coincidencia de movilizaciones. La recomendación general fue salir con tiempo, mantenerse informados y, cuando fue posible, usar transporte público o evitar las zonas más conflictivas.
Así, la CDMX vivió otra jornada en la que el tráfico y la protesta social se cruzaron en el mismo asfalto, recordando que en esta ciudad moverse no solo es un acto cotidiano, sino también un ejercicio de resistencia.































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