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Senado alista recorte de 500 millones eliminando turismo parlamentario

Por Bruno Cortés

¿A dónde van los ahorros? Senado recorta excesos y promete canalizar recursos a lo esencial

En un país donde la clase política suele volar más que las líneas aéreas comerciales y donde cada comparecencia internacional incluye más selfies que propuestas, el Senado de la República se prepara para una maniobra que —en el papel— suena tan sensata como inusual: ahorrar 500 millones de pesos eliminando el llamado “turismo parlamentario”. La iniciativa, encabezada por Adán Augusto López Hernández, presidente de la Junta de Coordinación Política, busca hacer del discurso de austeridad algo más que una bandera partidista.

En una declaración que habría hecho estallar las agendas diplomáticas de anteriores legislaturas, López Hernández sentenció que “la mejor política exterior es la interior”, y con ello, justificó la propuesta de cancelar todos los viajes internacionales con cargo al erario, sin importar el grupo parlamentario. Así, mientras en otras latitudes los legisladores buscan nuevos horizontes a cuenta del presupuesto público, en México —al menos en el Senado— parece que los pasaportes volverán al cajón.

Pero la iniciativa va más allá de cortar millas acumuladas. El senador anunció que no habrá aumentos en las dietas ni en las subvenciones de los legisladores, en un gesto que, aunque mínimo frente al ingreso de un senador, tiene peso simbólico. Según él, la prioridad será otra: mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del recinto legislativo, quienes —a diferencia de sus jefes— no viven entre reflectores, pero sostienen la maquinaria parlamentaria día a día.

¿Y qué se hará con esos 500 millones de pesos? Aunque aún no se ha detallado el desglose del destino final, la narrativa oficial los vincula con políticas de bienestar, como el combate a la pobreza y el fortalecimiento del sistema de salud. López Hernández lo explicó con la convicción del que ha leído varias encuestas: “Lo importante es seguir luchando para erradicar la pobreza y garantizar que los servicios de salud estén al cien por ciento”. Ojalá esas frases no se disuelvan en saliva legislativa, como ha ocurrido tantas veces.

Mientras tanto, en los pasillos del Senado, los boletos en clase ejecutiva se están convirtiendo en leyendas del pasado reciente. El mensaje es claro: menos lobby en Berlín y más sesiones en San Lázaro. Porque el glamour diplomático no paga medicinas, ni pavimenta caminos, ni sostiene las becas que urgen en comunidades olvidadas. Y eso, en tiempos de crisis y desconfianza institucional, podría ser un pequeño pero significativo cambio de rumbo.

Ahora bien, el anuncio no escapa a la sospecha de oportunismo. En plena discusión presupuestal y con la transición presidencial aún fresca, no faltará quien vea en esta austeridad una jugada de cálculo político: acallar críticas, congraciarse con la ciudadanía, y —por qué no— reposicionar a López Hernández como un operador eficaz y disciplinado dentro del nuevo tablero de poder que encabeza Claudia Sheinbaum.

El propio senador tocó otro tema espinoso: el contrabando de combustibles, o como él lo llamó, “el huachicol fiscal”. Reconoció su gravedad, pero prefirió encuadrarlo como un asunto aislado de funcionarios deshonestos, no como síntoma estructural. Prometió investigaciones “hasta las últimas consecuencias”, aunque advirtió que “el movimiento es más que un puñado de 10 o 20 funcionarios”. Un argumento que podría funcionar… si no fuera tan reciclado.

Finalmente, al abordar las comparecencias por la Glosa del Informe de Gobierno, López Hernández informó que aún no hay fechas, pero que en octubre comenzarán los desfiles de secretarios de Estado ante el pleno. Y aunque se espera que los discursos sean pulcros y alineados, más de un senador —ya sin viáticos al extranjero— podría aprovechar la tribuna para lucirse en territorio nacional.

Así, el Senado se enfrenta a una prueba: demostrar que los ahorros no solo se anuncian, sino que se invierten en justicia social y no en propaganda institucional. El país, como siempre, estará mirando… aunque con expectativas moderadas y memoria larga.

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