La Casa Blanca confirmó que el gobierno de Donald Trump retomará oficialmente la Doctrina Monroe, aquella estrategia creada en 1823 por el expresidente James Monroe, cuyo objetivo era impedir que potencias extranjeras intervinieran en el continente americano. Ahora, casi 200 años después, la administración estadounidense quiere aplicar una versión mucho más estricta y adaptada al contexto actual.
El documento de política exterior difundido por el gobierno señala que Estados Unidos buscará “recuperar su primacía en el continente”, limitar la intervención de países externos —entre ellos China, Rusia e incluso actores económicos estratégicos— y reforzar su influencia política, militar y comercial en América Latina.
La nueva política propone “incorporar” aliados regionales que compartan la visión del gobierno estadounidense y “expandir” su poder en naciones que aún mantienen relaciones abiertas con otras potencias. Washington considera que la presencia extranjera en sectores estratégicos ha sido “un grave error” y que representa un riesgo para su seguridad nacional.
Bajo este esquema, Estados Unidos fortalecerá la cooperación con gobiernos que puedan ayudar a frenar la migración irregular, combatir el narcotráfico, reforzar el control marítimo y proteger rutas catalogadas como “sensibles”. La administración Trump también plantea reconsiderar el despliegue militar en zonas que considera de menor relevancia y reforzar la presencia de la Guardia Costera y la Marina en puntos clave del continente.
La política también incluye el uso de fuerza letal para detener cárteles y grupos criminales cuando sea necesario, así como la instalación o ampliación de accesos estratégicos en regiones consideradas vulnerables.
Estados Unidos buscará convencer a más países de alejarse de los acuerdos con potencias externas explicando los “costos ocultos”, como riesgos de ciberseguridad, posibles casos de espionaje y altos niveles de endeudamiento.
En terreno económico, la Casa Blanca propone utilizar aranceles, nuevos acuerdos comerciales y el fortalecimiento de cadenas de suministro continentales para reducir la dependencia de materiales, tecnología y capital provenientes fuera de América. También impulsará ventas de armamento, cooperación militar, ejercicios conjuntos y mayor intercambio de inteligencia.
Aunque la política ya fue anunciada, expertos en relaciones internacionales advierten que su implementación podría tomar meses, ya que requiere negociaciones con gobiernos latinoamericanos, redefine alianzas diplomáticas y reconfigura la distribución militar y comercial en el continente.
La reactivación de la Doctrina Monroe ocurre en un contexto de tensiones geopolíticas globales, competencia tecnológica y disputas comerciales que podrían alterar la relación de Estados Unidos con América Latina durante los próximos años.
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