Por Juan Pablo Ojeda
La presidenta Claudia Sheinbaum ha puesto en la mesa un tema clave para millones de familias: el avance del programa Farmacias del Bienestar, la apuesta central del gobierno para mejorar el acceso a medicamentos para enfermedades crónicas. En sus conferencias matutinas, la mandataria ha insistido en que este modelo busca cerrar la brecha de abasto que por años ha afectado a pacientes que requieren tratamientos constantes y sin interrupciones.
El programa arrancó en el Estado de México, un territorio considerado ideal por su tamaño poblacional y diversidad social. La idea es comenzar en grande para afinar el sistema antes de expandirlo al resto del país. Según la propia presidenta, la meta es que la estrategia esté completamente consolidada hacia finales de marzo de 2025, con distribución nacional.
Durante la mañanera del 2 de diciembre, el subsecretario de Integración Sectorial y Servicios de Atención Médica, Eduardo Clark García Dobarganes, explicó que las Farmacias del Bienestar ya operan con un catálogo inicial de 22 medicamentos enfocados en tres padecimientos de alto impacto: diabetes, hipertensión y dislipidemias. Con esta selección, el gobierno asegura cubrir alrededor del 80% de las necesidades médicas de la población adulta que vive con enfermedades crónicas.
La apuesta es clara: que ningún paciente suspenda su tratamiento por falta de medicinas, distancia o trámites complicados. Al mejorar la disponibilidad y acercar los puntos de entrega, el gobierno busca no sólo atender la enfermedad, sino fomentar la prevención y reducir complicaciones que suelen terminar en hospitalizaciones o daños permanentes.
Este enfoque es urgente. México sigue enfrentando altos índices de obesidad, un factor que impulsa un crecimiento constante en diabetes y problemas cardiovasculares. Aunque la mayoría de las personas diagnosticadas con diabetes recibe tratamiento, menos del 80% lo toma de manera regular, un dato que refleja la importancia de garantizar acceso continuo.
En el caso de la hipertensión, casi la mitad de quienes la padecen acuden al médico sólo cuando los síntomas ya son graves. Y en las dislipidemias —un desbalance en los niveles de grasas en la sangre— las consecuencias pueden ser igual de severas: la acumulación de colesterol en las arterias incrementa el riesgo de infartos y accidentes cerebrovasculares, según advierte la Sociedad Interamericana de Cardiología.
Con este panorama, las Farmacias del Bienestar buscan convertirse en una red que atienda de manera directa uno de los mayores retos de salud pública del país. Un sistema que, según el gobierno, prioriza al paciente y apuesta por hacer accesible lo esencial: el tratamiento que les permite mantener su salud bajo control.
Si este modelo logra consolidarse en los tiempos previstos, podría convertirse en uno de los proyectos más influyentes de la administración en materia de salud. Por ahora, el reto está en su expansión y en garantizar que la promesa de “medicinas para todos” se cumpla en cada rincón del país.































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