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Migración de la ballena jorobada: el viaje de 10 mil kilómetros hacia México

La temporada de migración de la ballena jorobada —conocida como Yubarta— inició en aguas mexicanas, donde cada año miles de ejemplares arriban tras un recorrido estimado de 8 mil a 10 mil kilómetros desde regiones frías del Pacífico Norte. Este desplazamiento, uno de los más extensos del reino animal, tiene como destino los mares cálidos del sur y centro del país, donde las hembras paren y las poblaciones se reproducen.

La Secretaría de Medio Ambiente y autoridades ambientales de Baja California Sur, Jalisco, Nayarit y Oaxaca confirmaron que las primeras observaciones de grupos reproductivos se registraron a mediados de noviembre. La presencia de crías y grupos de machos compitiendo por hembras es uno de los indicadores biológicos que marcan oficialmente el inicio de la temporada.

Las jorobadas alcanzan entre 14 y 17 metros de longitud y pueden superar las 40 toneladas de peso. Su tamaño, sumado a los comportamientos asociados al cortejo, las convierte en una especie de alto interés para el monitoreo científico y para actividades de observación autorizada. Durante estas semanas, es común registrar saltos, golpes de aleta y desplazamientos coordinados entre varios ejemplares.

El comportamiento reproductivo también explica por qué está prohibido en México nadar o bucear con ballenas jorobadas. La normativa se basa en la necesidad de mantener áreas libres de perturbación durante el apareamiento y el parto, periodos en los que cualquier alteración puede afectar la supervivencia de las crías o modificar patrones de conducta. Las autoridades federales han reiterado que estas restricciones buscan garantizar la continuidad de la especie.

La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) indicó que el monitoreo satelital ha permitido identificar rutas migratorias consistentes hacia regiones como el Golfo de California, Bahía de Banderas y la costa oaxaqueña. En estos puntos, las ballenas encuentran temperaturas favorables y profundidad adecuada para el desarrollo de las crías en sus primeras semanas de vida.

Investigadores marinos señalan que los saltos y giros que caracterizan a las jorobadas forman parte de un complejo sistema de comunicación corporal. Estas conductas cumplen funciones relacionadas con la exhibición de fuerza, la competencia entre machos y el establecimiento de jerarquías, además de favorecer la interacción con hembras listas para aparearse.

Para fotógrafos, investigadores y visitantes, la temporada representa una oportunidad de documentar comportamientos que solo se presentan durante estos meses. Autoridades locales han reforzado lineamientos para embarcaciones turísticas, como mantener distancia mínima, limitar tiempos de observación y evitar maniobras que modifiquen el rumbo de los animales.

México es considerado uno de los países clave para la conservación de la ballena jorobada en el Pacífico. La estabilidad de las temperaturas, la baja presencia de depredadores naturales y los programas de protección establecidos desde la década de los noventa han contribuido al crecimiento de sus poblaciones y al fortalecimiento de corredores migratorios.

En los próximos meses continuará el flujo de ballenas hacia las costas mexicanas, un proceso que culminará hacia marzo, cuando los grupos comienzan su retorno hacia el norte. Este ciclo anual refuerza la importancia de mantener prácticas de observación responsables y de fortalecer la vigilancia en zonas costeras.

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