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Historia de lo inmediato

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Ejercicio en 10 minutos: ¿mito o realidad?

Durante décadas, la idea de “hacer ejercicio” estuvo asociada a sesiones largas, intensas y, muchas veces, difíciles de compatibilizar con la vida diaria. Sin embargo, una nueva tendencia ha comenzado a cambiar esta percepción: los exercise snacks, rutinas breves de 5 a 10 minutos distribuidas a lo largo del día. Su popularidad ha crecido en redes sociales, en programas de salud corporativa y en recomendaciones de entrenadores que buscan democratizar la actividad física. Pero ¿funcionan realmente?

Los exercise snacks se basan en un principio simple: pequeñas dosis de movimiento acumuladas pueden generar beneficios similares —aunque no idénticos— a los de los entrenamientos tradicionales. Investigaciones recientes respaldan esta idea. Estudios publicados en revistas de cardiología y salud pública muestran que ráfagas cortas de actividad vigorosa, como subir escaleras rápidamente, hacer sentadillas, saltos, caminar rápido o realizar estiramientos dinámicos, pueden mejorar la capacidad cardiorrespiratoria y aumentar el gasto energético diario sin exigir grandes bloques de tiempo.

Uno de los beneficios más visibles es el impacto inmediato en la energía y el estado de ánimo. El movimiento breve activa la circulación, eleva la temperatura corporal y despeja la mente, generando un efecto parecido al de una mini inyección de vitalidad. Muchas personas reportan que hacer un par de rutinas cortas entre reuniones —por ejemplo, 10 minutos de movilidad o un circuito ligero de brazos y piernas— ayuda a combatir la fatiga mental y el estancamiento propio del trabajo sedentario.

En el plano emocional, estos episodios de ejercicio funcionan como pausas activas que regulan el estrés. Al activar de manera breve los músculos y la respiración, el cuerpo libera tensión acumulada y se reduce la sensación de agobio. Expertos en psicología del deporte señalan que estas micro-rutinas también son útiles para personas que sienten resistencia a entrenamientos largos: al ser breves y accesibles, disminuyen la barrera mental de “no tengo tiempo” o “no voy a aguantar”.

En cuanto a la salud cardiovascular, los estudios sugieren que varias dosis de actividad intensa en el día pueden mejorar indicadores clave como la resistencia, la fuerza muscular y la función pulmonar. No sustituyen los beneficios de una rutina más completa, especialmente si el objetivo es ganar masa muscular o mejorar el desempeño atlético, pero sí son una herramienta válida para quienes buscan mantener su corazón activo sin entrenamientos formales.

Un punto interesante es que los exercise snacks se adaptan a casi cualquier entorno. Se pueden hacer en casa, en la oficina, en un parque o incluso durante los descansos del trabajo. Además, no requieren equipo especializado: bastan unas escaleras, una silla firme, un tapete o simplemente el propio peso del cuerpo. Esta accesibilidad los vuelve especialmente atractivos para personas con jornadas irregulares, cuidadores, estudiantes o quienes comienzan desde cero.

¿Son suficientes diez minutos al día? La respuesta más realista es: sí… y no. Diez minutos de ejercicio al día pueden mejorar notablemente la energía, el ánimo y ciertos marcadores de salud, especialmente si se realizan con consistencia y algo de intensidad. Sin embargo, para alcanzar las recomendaciones generales de actividad física —al menos 150 minutos semanales de ejercicio moderado— se necesita complementar estas micro-sesiones con más movimiento a lo largo de la semana.

Lo valioso del concepto no es reemplazar el entrenamiento habitual, sino abrir una puerta a quienes necesitan una forma más flexible de integrar el movimiento en su vida. En un contexto donde el sedentarismo afecta a gran parte de la población adulta, los exercise snacks representan un recordatorio sencillo y poderoso: unos minutos también cuentan, y pueden ser el inicio de un hábito más sólido.

En definitiva, el ejercicio en 10 minutos no es un mito. Es una realidad práctica, accesible y respaldada por evidencia, siempre que se entienda como parte de un enfoque más amplio hacia una vida activa. Porque moverse no tiene que ser complicado: a veces, basta con empezar por lo pequeño.

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